Dicen que un perro nunca puede ser un gato. Y es cierto. Donald Trump es Donald Trump. Cuando dice lo que quiere decir y cuando dice lo que no piensa, también. Le delata el lenguaje gestual, pese a que el contenido de su primer discurso como candidato electo a la presidencia de Estados Unidos estaba suavizado y tamizado a conciencia. El tono conciliador, su agradecimiento a Hillary Clinton, su compromiso con gobernar para todos los norteamericanos no deja de tener matices con gestos «de libro» que indican lo contrario.

Así lo apunta Javier Torregrosa, analista en comunicación no verbal científica, tras observar en el vídeo del discurso el comportamiento del hasta ayer candidato republicano. Y también, aunque, pasando más desapercibido, el de su hijo pequeño, Barron Trump, y el del que será su vicepresidente, Mike Pence, que Trump colocó a su lado para que estuvieran en escena. «Es tan expresivo que sus gestos nos revelan a cada instante su pensamiento de superioridad y de desprecio en multitud de ocasiones, sobre todo en este discurso más moderado, donde apreciamos incongruencia entre su mensaje oral y su comunicación no verbal».

En su primer mensaje, con el que quiere ser elegante, habla de la llamada que había recibido de Hillary Clinton para felicitarle. «En ese momento la parte derecha de su labio inferior cae, se hunde, lo que demuestra que existe malestar con ella». Después, eleva la comisura izquierda «en un nuevo gesto inequívoco de desprecio», que completa cuando asegura que también ha felicitado a Clinton, «al elevar las cejas y bajar los párpados» y cuando dice que la candidata demócrata ha trabajado duramente. «Ahí el labio inferior se eleva empujando al superior, como gesto de duda, es decir, que no cree que lo haya hecho».

El experto en comunicación no verbal destaca que cuando hablamos apuntamos con nuestra cabeza hacia donde está nuestro interés. «En la mayor parte de su discurso, Donald Trump apunta a su vicepresidente, que está a su derecha, una persona de confianza, pero lo que no es tan normal es que el vicepresidente dirija su cabeza en dirección contraria a él, lo que denota que en su interior no está a gusto con él».

Otro gesto significativo es cuando promete ser el presidente de todos los americanos. «Cuando hace esta afirmación, Mike Pence mueve la cabeza verticalmente para confirmar lo que dice Trump, pero cuando alguien está seguro de ello, el primer movimiento que realiza al decir "sí" lo hace bajando la cabeza, al contrario de lo que hace el vicepresidente, ya que su primer movimiento empieza hacia arriba». Ese gesto, asegura, Torregrosa, «nos indica que no está convencido de que Trump vaya a ser el presidente de todos los americanos». Este caso se repite cuando el nuevo presidente de Estados Unidos afirma que «vamos a llevarnos bien con todas las naciones que quieran llevarse bien con nosotros».

El movimiento de los brazos de Trump también es significativo ya que levanta la mano izquierda enseñando la palma hacia arriba, «lo que nos indica barrera, a él no le vale todo el mundo y siempre quiere tener una distancia con sus interlocutores y lo utiliza en casi todo el discurso».

A destacar, aunque aparezca en segundo plano, es la comunicación gestual del hijo de Trump, Barron, un niño que parece haber pasado la noche en vela acompañando a su padre y que habla con su cara. «Vemos la tensión en la comisura izquierda de su boca, que indica que está muy incómodo en ese momento». También realiza continuos parpadeos, «que podían responder también a la incomodidad, los llamados parpadeos neuromotores, que se producen cuando algo no gusta, quizá forzado a posar ante un discurso que casi no entiende, o bien debido al cansancio, algo que se aprecia en sus ojos caídos y con picores o el tambaleo del cuerpo».