La inesperada victoria del candidato republicano Donald Trump, además de privar a Hillary Clinton de ser la primera presidenta de Estados Unidos, ha dejado a los demócratas sumidos en una grave crisis de liderazgo. Además del duro golpe que supone no mantener la Casa Blanca Clinton habría sido la primera demócrata en heredar el cargo de otro demócrata desde que lo hizo Harry Truman en 1945, los demócratas también han visto esfumarse las posibilidades de volver a controlar el Senado, tras perderlo en 2014. Sin embargo en cierta medida, el revés de este 8 de noviembre, no ha hecho sino confirmar una tendencia que, al margen de la victoria de Barack Obama en 2008 y su reelección en 2012, se ha venido manteniendo.

Según destacó ayer Nate Silver, director de la web especializada en política FiveThirtyEight cuyas previsiones daban a Clinton ganadora con el 70 % de posibilidades, «tres de las últimas elecciones al Congreso (2010, 2014 y 2016) han ido mal para los demócratas» lo que les ha dejado en esta situación. En su opinión, con esta derrota, «la dinastía Clinton está acabada» y las que podrían ser las «alternativas obvias» a Hillary, su rival en las primarias Bernie Sanders y el vicepresidente Joe Biden «son demasiado mayores». Así las cosas, Silver subrayó que «la energía en el partido procede de la izquierda» y se atreve a apuntar a que el candidato demócrata en 2020 podría ser alguien procedente del ala que representa Sanders.

Para Alez Seitz-Wald, de la cadena NBC considerada la más progresista de EE UU la magnitud de la derrota y sus consecuencias para el partido son difíciles de medir. «Si rompe el partido o provoca que se junte como una oposición unida frente a Trump dependerá de cómo los actores clave reacciones a la noticia que ninguno de ellos anticipaba», señaló en la web de la cadena. En su opinión, las miradas se depositarán ahora en Sanders y también en la senadora Elizabeth Warren, «líderes del ala progresista» del partido y que podrían verse «alentados por la victoria de Trump», y también hacia el legado de Obama.