La canciller alemana, Angela Merkel, recurrió al consenso en busca de una fórmula restrictiva del uso del burka, en medio de la alarma generada por el radicalismo islámico y ante las presiones en sus propias filas por impulsar una prohibición total que Berlín considera inviable.

El burka es "un obstáculo para la integración", apuntó el ministro del Interior, Thomas de Maizière, tras dos días de reunión con sus colegas de los "Länder" de la Unión Cristianodemócrata (CDU) y su hermanada Unión Socialcristiana de Baviera (CSU).

Es elemento "constitutivo de una sociedad abierta" mostrarse "con el rostro descubierto", añadió, dejando una vez más de relieve sus recelos a toda forma de velo integral, pero también su convicción de que no todo lo que se rechaza debe ser prohibido.

Ésta había sido la posición defendida ya por De Maizière hace una semana, cuando advirtió de que una eventual prohibición sería con toda probabilidad derogada por el Tribunal Constitucional.

El ministro es consciente, además, de que tampoco tendría el respaldo cerrado de su gran coalición, puesto que los socios socialdemócratas rechazan su prohibición.

Veto en situaciones específicas

En busca de fórmulas sensatas para atajar miedos, el ministro pretende impulsar el veto al burka en manifestaciones, escuelas, guarderías, oficinas tales como registro civil, tribunales, controles de tráfico o cualquier otra situación en que se requiera identificar a una persona.

La propuesta, contenida en la llamada "Declaración de Berlín" acordada entre De Maizière y los representantes de los estados federados, es una solución de compromiso entre los partidarios de la prohibición del velo integral y la posición del Gobierno federal.

"Una mujer con velo integral tiene pocas posibilidades de integrarse en la sociedad alemana", había sentenciado ayer la canciller, para añadir que la búsqueda de una fórmula restrictiva quedaba bajo la competencia de su ministro.

Merkel trató de atajar así las presiones del ala más derechista de sus filas y especialmente de las delegaciones regionales de la CDU en Mecklenburgo-Antepomerania y la región de Berlín.

En ambos "Länder" gobiernan grandes coaliciones bajo liderazgo socialdemócrata y en ambos se celebran elecciones regionales el próximo septiembre.

Los sondeos apuntan a que los socialdemócratas defenderán su dominio, pero con una fuerte caída de votos, lo mismo que sus socios conservadores, mientras que se vislumbra un nuevo avance de la derecha radical representada por Alternativa por Alemania (AfD).

Merkel entró esta semana en la campaña electoral de su formación en Mecklenburgo-Antemporania, el "Land" donde tiene su distrito electoral, en medio de las presiones de los "Länder" para que se lance un mensaje contundente contra el radicalismo islámico.

De Maizière insistió hoy en los puntos esenciales de las propuestas presentadas la semana pasada para reforzar la seguridad: aumentar la presencia policial y la vigilancia por vídeo en espacios públicos, además de agilizar la expulsión de los extranjeros que delincan o sean una amenaza para el país.

El ministro defiende asimismo el levantamiento del estricto secreto médico para detectar tendencias suicidas entre los refugiados, algo que en rigor ya se practica cuando se considera que una persona entraña un problema grave de seguridad, para terceros o para el propio paciente.

De Maizière quiere articular mecanismos específicos para que, en caso de que se detecten transtornos en peticionarios de asilo, éstos se comuniquen al departamento de Migración y Refugiados y, de ahí, a las fuerzas de seguridad.

El catálogo del ministro sigue a la presiones bávaras por endurecer las leyes tras los dos ataques yihadistas registrados a finales de julio en Alemania, ambos en Baviera.

El primero ocurrió en Würzburg y fue obra de un refugiado afgano de 17 años, que se lanzó con un hacha y un cuchillo contra los pasajeros de un tren regional y que murió abatido por la policía.

Días después, un sirio de 27 años, al que se habían detectado tendencias suicidas, murió en Ansbach al explotar la bomba que llevaba en su mochila cuando pretendía acceder a un festival al aire libre.

La sucesión de estos ataques disparó las exigencias de la CSU de imponer límites a la acogida de refugiados, cuestión que Merkel rechazó de nuevo, en medio de la conmoción por esos ataques y de la caída persistente de su popularidad.