Una lluvia incesante de confeti y 125.000 globos certificaron al magnate Donald Trump como flamante candidato republicano a la Casa Blanca, una imagen que parecía del todo improbable hace un año.

La gran noche de Trump culminó con ese icónico descenso de globos en blanco, azul y rojo estadounidense sobre las decenas de miles de personas que se concentraron este jueves en el pabellón Quicken Loans de Cleveland (Ohio) para asistir a su "coronación".

Con los globos, cayó también confeti en forma de barras y estrellas, como la bandera nacional, en el momento más esperado y espectacular de las convenciones políticas en Estados Unidos.

"Esto es increíble, la experiencia más impresionante de mi vida, mira todo esto, es surrealista, los globos que no paraban de caer, increíble", comenta a Efe emocionado Bruce Goodson, un delegado de Virginia que se va sin decir adiós corriendo detrás de un cartel de "Make America Great Again" ("Hagamos a EEUU grande de nuevo"), antes de que se lo quiten.

Todos los delegados e invitados con los que habló Efe en esa piscina de globos intransitable en que se convirtió el pleno tras el discurso de Trump confirmaron que, independientemente de su mayor o menor simpatía por el candidato, era una noche festiva a partir de la cual el partido tiene que unirse para ganar a la candidata demócrata, Hillary Clinton.

Esta noche, y durante toda la convención, los abucheos y gritos contra Hillary, sobre todo el "Lock her up" ("Enciérrenla"), fueron de la misma intensidad que los ensordecedores "TRUMP, TRUMP, TRUMP" y "U-S-A, U-S-A" ("Estados Unidos", "Estados Unidos").

"Yo realmente soy más anti-Hillary que pro-Trump", confiesa a Efe Olga Rivera, que sostiene uno de los muchos carteles de "Latinos por Trump" que pudieron verse hoy en la convención.

Rivera, delegada por Texas de origen mexicano y español, admite que el magnate no era ni su primera, ni su segunda, ni tampoco su tercera opción en las primarias, pero hoy se va contenta a casa porque le ha gustado el tono del discurso y cree que el partido "está más unido al salir por la puerta esta noche de lo que lo estaba al entrar".

Sharon Carter, una californiana de melena rubia, es otra de las señoras que portan el cartel de dos caras "Latinos por Trump" y "Mujeres por Trump", dos de los colectivos entre los que el magnate es más impopular y a los que ha ofendido repetidamente en su incendiaria campaña.

"Yo llevo este cartel en nombre de mi amiga Emilda Hernández y de toda su familia. Ellos quieren que todo el país sepa que todos van a votar por Trump", explica a voz en grito a Efe sin abandonar su asiento.

Por delante de ella pasa un delegado de Virginia cargando, a hurtadillas, el estandarte que señalizaba los asientos del estado en el pleno.

Preguntado si es el jefe de la delegación y se lo lleva a la sede del partido en el estado, confiesa: "No soy jefe de nada, solo he tenido la determinación de cogerlo antes que otros y me lo llevo a mi oficina. Menos mal que tengo un amigo que ha venido en coche".

El estandarte que nadie se pudo llevar a casa es el de la delegación de Colorado, que pasará a exhibirse en el Museo de Historia Estadounidense del Smithsonian, en Washington, para recordar el momento histórico del intento fallido de revuelta de los delegados del senador Ted Cruz contra Trump el lunes.

"Va a estar en el Smithsonian por tanto relajo que hicimos", comenta a Efe, entre risas, Tony Sánchez, delegado de Colorado de padre mexicano y madre salvadoreña que ahora dice que es tiempo de mirar adelante y apoyar a Trump.

El discurso de aceptación del magnate, que duró alrededor de una hora y cuarto, fue sin duda el momento álgido de una convención sin grandes ponentes y marcada por la ausencia de las grandes figuras del partido, que no asistieron para mostrar su rechazo al magnate.

Arropado por su extensa y fotogénica familia, el multimillonario neoyorquino celebró su gran noche con una intervención apasionada y potente, pero alejada del tono bronco y los exabruptos que han caracterizado su campaña.

Delante de decenas de banderas estadounidenses virtuales y tras un atril negro y dorado, Trump se presentó como "el candidato del pueblo" y apeló a un electorado diverso y harto de los políticos tradicionales: "Yo soy vuestra voz", arengó.

Entre la enardecida audiencia era frecuente oír gritos de "tú lo vas a resolver", o "sí lo harás" cada vez que Trump hablaba de un problema del país o anunciaba una promesa para hacer a EEUU "fuerte, orgulloso, seguro y grande de nuevo".

Las propuestas de construir su famoso muro con México, de redoblar esfuerzos para acabar con el terrorismo yihadista y de proteger a los policías fueron las que más sacudieron el pabellón de los Cavaliers de LeBron James, ganadores de la NBA este año y cuyo templo quedará para siempre asociado al improbable baño de confeti de Donald Trump como candidato republicano a la Casa Blanca.