Irán celebró este viernes unas elecciones parlamentarias y para la Asamblea de Expertos marcadas por la tranquilidad, la amplia participación y la visibilidad y entusiasmo por el previsible resultado positivo entre los sectores moderados y reformistas aliados del presidente Hasán Rohaní.

La larga jornada electoral culminó en casi todo el país 14 horas después, tras tres extensiones del plazo de votación, que fueron cuatro en el caso de Teherán y otros grandes centros poblados en donde se habilitó el voto al menos otra hora más. El recuento de los votos se inició nada más cerrarse los colegios, si bien las autoridades indicaron que no se conocerán resultados hasta el sábado o incluso hasta pasado el domingo.

A falta de datos oficiales sobre participación, observadores, candidatos electorales y periodistas iraníes confirmaron a Efe que al menos en Teherán, la mayor circunscripción electoral del país, el número de electores que acudieron a las urnas fue igual o superior al que participó en las elecciones presidenciales de 2013 que llevaron al poder al moderado Rohaní y bastante mayor que la de la última votación parlamentaria en 2012.

La alta afluencia a las urnas, una petición clave del bloque moderado y reformista, fue interpretado desde primera hora como el heraldo del triunfo de este sector, opuesto a los "principalistas" (conservadores) que hasta hoy dominaban el Parlamento.

"Nuestros estudios dicen que si la participación supera el 50% ganaremos, y si supera el 60%, ganaremos por mucho" dijo a Efe el candidato de este bloque Mahmud Sadeguí, visiblemente satisfecho horas antes del cierre de los colegios.

Según pudo constatar Efe en cuatro locales de votación en distintos lugares de Teherán, la presencia de votantes dispuestos a votar por moderados y reformistas fue notablemente superior a la de los "principalistas".

Casi 55 millones de iraníes (54.915.024) fueron convocados a renovar los 290 escaños de la Asamblea Consultiva Islámica, el Poder Legislativo del país, y los 88 de la Asamblea de Expertos, el cuerpo formado por clérigos chiíes cuya misión principal es la de elegir a un nuevo líder supremo en caso de vacante y controlar su gestión.

La campaña electoral, de tan solo una semana, se centró en temas económicos, en los llamamientos al voto útil y en los intentos conservadores de desprestigiar al presidente Rohaní y sus aliados.

Los partidarios de las políticas del presidente presentaron sus candidaturas como las únicas capaces de impulsar el crecimiento económico del país y como la solución para cerrar el camino al "extremismo" de los sectores "principalistas" que puede poner en peligro los avances obtenidos por Rohaní.

Con este foco en lo económico, los reformistas abandonaron sus propuestas explícitas de cambio en la República Islámica, que antes eran claves en su programa, a cambio de objetivos más pragmáticos.

Conscientes de esta postura, se centraron también en pedir la asistencia masiva a las urnas también como la única forma de evitar el éxito de los "principalistas", petición expresa a los sectores liberales y acomodados que conforman su electorado potencial pero que dudan del sistema político de la República Islámica y que parece haber calado entre los ciudadanos.