El portavoz vaticano, Federico Lombardi, afirmó hoy que el discurso que el papa dirigió a los obispos mexicanos, y que ha sido interpretado como una reprimenda, es "algo normal" que el pontífice suele hacer.

"Es siempre así en cada país que va. No es que los obispos mexicanos sean malos", bromeó Lombardi en la rueda de prensa que ofreció tras ser preguntado sobre el considerado duro discurso al clero del país.

Francisco había pronunció un inesperado discurso al clero mexicano reunido en la catedral de Ciudad de México: largo, fuerte y lleno de contenidos y llamadas de atención y en el que les pidió que "no minusvaloren el desafío" que el narcotráfico representa para la "sociedad mexicana", incluida la Iglesia. Así como les instó a dar una respuesta fuerte a esta "metástasis que devora" el país.

En otro de los pasajes del discurso, Francisco instó a los obispos reunidos en la catedral de Ciudad de México a afrontar con "coraje profético y un serio y cualificado proyecto pastoral" el problema del narcotráfico.

Francisco cumplió hoy su deseo más profundo en este viaje a México, rezar ante la imagen de la virgen de Guadalupe, la patrona del país y de toda la América y por la que siente una gran devoción el primer pontífice latinoamericano.

Francisco celebró hoy una misa en la basílica de Guadalupe ante cerca de 35.000 personas, 5.000 de ellas en el interior del templo y el resto que pudo seguir la misa gracias a las pantallas gigantes que fueron instaladas en la plaza.

Pero el momento más intenso de la ceremonia fue cuando el papa se encerró en solitario durante 20 minutos en el llamado "camarín" de la basílica mexicana, la pequeña sala abovedada donde se conserva la imagen de la "Morenita" plasmada en la tilma (manta) de San Juan Diego, el indígena a quien se le apareció la Virgen.

Francisco depositó ante la virgen un ramo de rosas amarillas y la diadema de plata y oro que le ha traído como don y permaneció solo, sentado en una silla ante la imagen y en total silencio, con los ojos cerrados y la cabeza baja o mirando fijamente a la virgen.

Los fieles en la basílica pudieron observar gracias al cristal transparente los momentos de recogimiento del papa y guardaron un absoluto silencio durante los 20 minutos que duró su oración. Un fuerte aplauso se escuchó cuando el papa terminó sus oraciones y se levantó.

"Esta vez quiero quedarme un ratito a rezar ante la Virgen ¿me dejaréis?", les preguntó a los mexicanos desde Roma, antes de iniciar este viaje, y hoy cumplió su deseo.

Durante la homilía de la misa en la basílica de Guadalupe, Francisco quiso recordar a "los excluidos", a "los descartados" y a las personas que han visto perder un familiar por la violencia criminal.