­Cansados y todavía impresionados por lo que han vivido en primera persona. Así llegaba ayer al aeropuerto de Alicante-Elche la expedición alicantina de la Selección Española de Taekwondo que debía participar en una importante competición clasificatoria para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y que no han podido disputar. Francia suspendió todas las competiciones y actividades que pudieran ser multitudinarias.

Los atentados de París les han pillado de lleno y dan gracias por haber podido conseguido volver todos juntos, cuando la situación en el país todavía es de alta tensión y hay gente que aún está esperando poder coger un vuelo. A mediodía de ayer eran tres los aviones procedentes de la capital francesa que aterrizaban en Alicante.

Han dejado un París en alerta y reconocen que se vive con la sensación de estar en estado de guerra. «No vimos a la policía, era el ejército. Llevaban los fusiles en alto, apuntandofusiles», comenta el vicepresidente de la Federación Española de Taekwondo, José Antonio Solano, quien vivió el viernes por la noche en pleno centro de París junto al presidente, Jesús Castellanos, una de las experiencias más tensas de su vida. Castellanos asegura que no tuvo miedo y que su mayor preocupación era tranquilizar a las familias de los deportistas, muchos de ellos chavales de 16 y 17 años, que le llamaban con preocupación.

La noche del viernes los responsables de la Federación salieron a pasear por el centro y acabaron en los Campos Elíseos mientras los deportistas estaban concentrados en el hotel a la espera de su competición un día después. Entraron a un restaurante español a cenar y a través de la televisión comenzaron a conocer que había decenas de muertos muertos unas calles más allá de donde cenaban. No pudieron acabar, la policía les desalojó del restaurante: «Estaban peinando la zona porque decían que podía haber terroristasterroristas». Intentaron infructuosamente coger un taxi para volver a su hotel. En los Campos Elíseos aseguran que había «mucho jaleo» y en contraste, también «mucha gente que iban tan tranquila porque aún no se había enterado de nada».

Ni metro, ni autobús. No había manera de volver a su hotel y durmieron en otro alojamiento a la esperar de que la situación se calmara. Cuando al día siguiente pudieron volver a su hotel de concentración les llamó la atención que todas las zonas comunes estaban cerradas y también que no dejaban estar a más de cinco personas juntas. El sábado lo pasaron tratando de lograr adelantar la vuelta a España y lo logaron. Los chavales tenían miedo y declinaron salir del hotel el sábado, cuando ya les dijeron que podían dar una vuelta.

En el grupo viajaba el taekwondista de Alicante José Carlos García Bernal de 16 años cuya madre se fundió con él en un abrazo nada más verle. La tensión entre las familias ha sido grande. Tenerlos en el epicentro del terror les hacía estar intranquilos, aunque sabían que estaban a salvo y bien cuidados. Pero «hasta que no han llegado al aeropuerto no he dejado de sufrir. Ni siquiera cuando estaba en el de París para venir porque temíamos que pudiera ocurrir algo en el aeropuerto. Sólo quería tenerlo ya aquí», aseguraba Rosa Bernal.

El joven taekwondista fue conociendo el viernes la magnitud de los atentados a través de la televisión y con su madre al teléfono que le iba contando todas las noticias que ella sabía. «Me preocupé y pensé, qué podía estar pasando ahí fuera mientras oía las sirenas de policía y las ambulancias».