Horror, impotencia, incredulidad, tristeza, amargura, desconsuelo, llanto... Estas y otras muchas emociones golpearon este viernes a los cientos de alicantinos que residen habitualmente en París o que ese día se encontraban en la capital francesa. El múltiple atentado en París que dejó más de un centenar de muertos y un reguero de heridos instaló una sensación de temor en la mayoría de ellos. INFORMACIÓN ha conseguido recabar las sensaciones de algunos y todos, sin excepción, coinciden en señalar que la barbarie del Estado Islámico transformó ayer por completo la ciudad.

Alejandra Mallol: «Hubo disparos, humo y cristales rotos»

Alejandra Mallol vivió en primera persona el terror de los atentados. Esta alicantina de 48 años se había desplazado hasta París, como otras tantas veces, para visitar a su hermana. Ambas se encontraban tranquilamente en el bar Le Carillon tomando una cerveza y de repente se vieron sorprendidas. «Escuchamos un ruido similar al de una traca y todo el mundo empezó a tirarse al suelo. Nos dimos cuenta de que eran disparos, empezamos a ver mucho humo y notamos el olor a pólvora», relata, ya desde Alicante pero aún conmocionada. Su instinto le hizo entonces correr directa hacia la barra del bar, donde se refugió durante unos minutos. Una vez allí, sin embargo, comprobó que su hermana María continuaba fuera. «Viví momentos de pánico», admite. Instantes después comprobó el alcance de la masacre. La gente comenzó a salir a la calle desde el interior del establecimiento y lo que se encontró en la terraza perdurará durante tiempo en su mente. «Había cadáveres en el suelo, a una persona la estaban intentando reanimar... Fue horroroso», detalla.

Una vez que llegaron la Policía y los servicios sanitarios, ambas emprendieron rumbo a la vivienda de María. Y allí empezaron a «temblar». Fue entonces cuando tomaron conciencia de que se habían salvado por muy poco. «Unos centímetros más y no lo cuento», apunta con la voz entrecortada y notablemente afectada por el cansancio. Y es que la noche la pasó en vela.

Mª Carmen García y Francisco Javier Serrano: «Estamos desolados»

A Mª Carmen García y Francisco Javier Serrano, la masacre les pilló de regreso de Normandía. El matrimonio se desplazó el pasado miércoles a París para conocer por primera vez la ciudad y tras dos días de estancia su viaje se transformó en pesadilla. «Cuando llegamos al hotel, sobre las 21.30 horas, empecé a recibir multitud de WhatsApp de familiares y compañeras de trabajo que me preguntaban cómo estaba. Cuando me enteré de todo, empecé a llorar», explica García, enfermera en el Hospital General de Alicante.

De camino al hotel, cuando ambos vieron en la calle a un ciudadano árabe «rezando y cantando», no se podían ni imaginar lo que acababa de ocurrir. Pero, por suerte, pudieron llegar a su alojamiento sin problemas. «No hay que tener miedo a los que han cometido esta barbarie. Además, hoy (por el sábado) la ciudad está vigilada hasta por el Ejército», relataron desde su habitación.

El marido, sin embargo, sólo pensó en emprender cuanto antes el vuelo de regreso a Alicante. Y así lo hizo constar en su perfil de Twitter. «Estoy en París con mi mujer y debo regresar el lunes a Alicante. ¿Qué tengo que hacer si se han cerrado las fronteras?», se preguntaba.

Pese a los momentos de pánico que se vivieron el viernes en París, ambos quisieron destacar la «ejemplaridad» de los ciudadanos franceses a la hora de afrontar la situación y la rapidez con la que actuaron los cuerpos y fuerzas de seguridad galos.

Jesús Castellanos: «No pude llegar al hotel del caos que había»

El alicantino Jesús Castellanos es el presidente de la Federación Española de Taekwondo. Y este fin de semana se encontraba en París, donde una nutrida representación nacional se disponía a competir en un prestigioso campeonato. «Los atentados me pillaron en pleno centro», apunta Castellanos. Hasta allí se había desplazado junto a un vicepresidente de la Federación para dar un paseo: «Vimos mucho movimiento de Policía y nos temimos lo peor». No se equivocaron. Conscientes del «caos», trataron de coger un taxi para regresar a su hotel, pero les resultó imposible. «Nos tuvimos que buscar otro hotel en el centro», explica, a la vez que destaca que toda la expedición alicantina se encuentra en perfecto estado.

Junto a Castellanos también se encontraban en París el ilicitano Raúl Martínez, del Club Jayán de Elche; Daniel Ros, luchador del Club Taekwondo Catral; y su entrenador y presidente del club de la Vega Baja, Julio Amoraga. «Estábamos cenando en un restaurante a 50 metros del hotel y comenzamos a ver en la televisión las noticias, pero no éramos conscientes de lo que pasaba. La gente empezó a irse del restaurante y cuando preguntamos a los camareros nos dimos cuenta de, realmente, la gravedad del asunto. Nos volvimos al hotel y lo que se veía en la calle era como en una película. Una barbaridad de coches, la policía en las motos con una mano en el manillar y otra en el arma, los furgones policiales con las puertas abiertas y preparados para disparar. Una locura. Afortunadamente pudimos regresar al hotel sin problemas», relata.

Nieves García y Estela Prieto: «Por nuestra zona hay tranquilidad»

Nieves García y Estela Prieto son dos enfermeras alicantinas de 25 años -la primera procede de Hondón de las Nieves y la segunda de Aspe- que trabajan en el Hospital Cochin de París, lejos del epicentro de los atentados. Ambas señalaron ayer que por la zona en la que viven se respira «tranquilidad» y la gente pasea por las calles «como cualquier otro día». «Los comercios están abiertos y suele haber el mismo tráfico que de costumbre», apuntan ambas desde su vivienda parisina. En el centro de la ciudad, sin embargo, la situación es bien distinta.

Jaime Girona y Laura Moreno: «Hemos tenido miedo»

Jaime Girona y Laura Moreno, dos amigos de Almoradí y Calp de 26 y 25 años, respectivamente, pasaban unos días de viaje en París. Jaime comentaba ayer que supieron de lo ocurrido «porque mi madre me llamó llorando», ya que ellos estaban cenando en Saint Germain, una zona de la capital francesa alejada de donde se produjeron los atentados, y «no nos habíamos enterado». Justo después, explicó, «nos extrañamos al ver muchas ambulancias y coches de Policía», por lo que decidieron volver al apartamento donde se alojaban. Tomaron el metro, pero antes de llegar a su estación les obligaron a bajar y tuvieron que hacer a pie el resto del trayecto. La zona donde estaba su apartamento, Saint Pierre, se encontraba tranquila, pero aún así, a pesar de que su vuelo de regreso no salía hasta las nueve de la noche de ayer, decidieron dejar París cuanto antes y pasar la jornada del sábado en Beauvais, la ciudad más próxima al aeropuerto desde el que salía su avión, a 60 kilómetros de la capital. «Queríamos salir de allí», señaló. Para Jaime y Laura «ha sido más la psicosis de la noticia que cómo lo hemos vivido, pero aún así hemos tenido en todo momento miedo de que nos pudiera pasar algo».

Javi Ivànyez: «Sólo se oían sirenas y helicópteros»

Javi Ivànyez, periodista de Xixona de 29 años, reside desde el pasado mes de febrero en París, donde trabaja en una publicación digital dirigida a jóvenes. El viernes por la noche se encontraba ejerciendo de anfitrión en la capital francesa, puesto que «habían venido unos compañeros de visita y estábamos de ruta por París». Durante la cena «observamos que todo el mundo miraba el móvil y de repente había mucho silencio», lo que les llevó a enterarse de lo que había ocurrido. La radio, además, «recomendaba a todo el mundo que se fuera a casa», así que decidieron seguir el consejo.

A partir de ahí, «el drama era tratar de localizar a todos los amigos», aunque ningún allegado de Javi se ha visto finalmente afectado por los atentados. Después, «durante toda la noche había mucho silencio y sólo se escuchaban sirenas y helicópteros». Ayer por la mañana, la ciudad seguía «irreconocible», con una calma poco habitual para un sábado y «toda la gente pendiente de lo que va pasando», explicó.

Chelo Lucas: «Nos sentimos atemorizados»

Chelo Lucas, profesora de Callosa de Segura residente en París, estaba viendo la televisión con su pareja mientras sucedieron los atentados, de los cuales supieron «por mensajes que nos iban enviando desde España». Optaron por seguir las recomendaciones de las autoridades y no salir a la calle, ni en la noche del viernes ni durante el día de ayer. «Estamos atemorizados, con el miedo en el cuerpo». Chelo y su pareja residen al este de París, lejos de donde se produjeron los hechos, «pero son sitios muy concurridos, a los que nosotros solemos ir», lo cual acrecentaba su sensación de que ellos mismos podrían haberse visto afectados si hubieran decidido salir el viernes por la noche.

Elsa Castañeda: «Estamos encerrados en el hotel»

Cuatro jóvenes de Benidorm llegaron a las 20 horas del viernes a París, y esto hizo que la casualidad les pusiera minutos antes de la tragedia en el lugar de los hechos. Desde el viernes por la noche no han salido del hotel y ahora esperan poder regresar cuanto antes a su ciudad natal. Elsa Castañeda, una de las benidormenses que está atrapada en la capital francesa, narró a este diario que ayer por la mañana seguían asustados. «No nos entendemos con los empleados del hotel así que hemos llamado a los números de emergencias que nos han pasado unos amigos que viven aquí para saber cómo está la situación», señaló, a la vez que apuntó que están «encerrados en el hotel» porque «no nos fiamos».

Antonio Ramón: «Voy a seguir con mi vida normal»

Para Antonio Ramón, alicantino de familia y corazón, que vive en París a escasos 500 metros del Bataclan y muy cerca también de la calle Charonne donde está ubicado uno de los restaurantes que fue objetivo de los terroristas, la mejor respuesta que la sociedad puede dar es «seguir adelante». Por eso, Ramón ayer por la mañana no se lo pensó dos veces y salió a comprar «como siempre». «Voy a seguir con mi vida normal porque si cambias tu vida ganan ellos, los terroristas que logran su objetivo», aseguró.

María Samper: «Hay una mezcla de rabia y pena»

María vive en la zona de Borgoña, a una hora y media de distancia en tren de París donde viaja a menudo. Allí tiene amigos con los que contactó nada más enterarse por los periódicos electrónicos de los atentados. A la vez, tuvo que tranquilizar a familiares y amigos que también se pusieron en contacto con ella preocupados por lo que estaban viendo y oyendo. Afirma que la situación es tranquila, «hay una mezcla de rabia, pena, tristeza», y reconoce que «hay una sensación de inseguridad» de que lo que ha ocurrido en París pero puede ocurrir en cualquier punto de Francia y que no es un caso aislado.