La emoción se cortaba el sábado durante las concentraciones que se convocaron en todos los rincones de la provincia y especialmente cuando sonaron los acordes de la Marsellesa, como sucedió en Alicante. Al acto convocado en este ayuntamiento acudió el cónsul honorario de Francia, Sènakpon Gbassi, quien se fundió en un abrazo con el alcalde, Gabriel Echávarri. Muchos ciudadanos franceses residentes en todo el territorio alicantino vivieron intensos momentos de rabia y tristeza.

Alicante es una de las provincias con una mayor comunidad de franceses. Hay censadas 8.500 personas, aunque según el cónsul el número real de residentes asciende a 15.000. Gbassi resumió su sentimiento: «No veo explicación a quien le quita la vida a otro ser humano». Reconoció sentirse abrumado por las numerosas muestras de cariño recibidas tras los atentados en París.

Por su parte, Delia, profesora de la Escuela Europea, comentaba que «es una situación complicada, están lejos pero estamos con ellos, tenemos gente allá». Los franceses, añadió, están conmocionados por lo ocurrido y tienen la sensación de que «cualquier persona» es un potencial objetivo.

Yane Bonnin, vecino de Alicante que perteneció al Ejército francés, corroboraba también la sensación de «impotencia, rabia y empatía» ante lo ocurrido. Para él, resulta frustrante «no poder estar ayudando de alguna manera». Lamenta el «intento de desestabilizar una sociedad multirracial como la francesa» con acciones de este tipo. También apeló a «utilizar la fuerza de la ley», a la vez que «intentar trabajar en la desradicalización».

Christelle Minodier, residente en Mutxamel, se mostraba afectada «como francesa» y coincidía en calificar los hechos de «crimen contra la humanidad», al tiempo que expresaba su temor de que «se tienda a pensar que todos los musulmanes son iguales, cuando esto es terrorismo y no tiene que ver nada con la religión». Aunque no es parisina, sí tiene muchos allegados en la capital gala, por lo que nada más enterarse de lo sucedido trató de contactar con ellos, con el alivio de que los localizó a todos.

Santiago Thevenet vive en Xàbia y afirmaba sentirse «aterrado». Recordó que en los 20 años en que vivió en París frecuentaba la sala Bataclan, y definió el barrio donde se encuentra como un lugar «multirracial». Desde Calp, Michel Desquebeck señaló que sus familiares «empiezan a hacer vida normal», mientras que su convecino Jacques Krawies dijo que «sabíamos que tarde o temprano iba a ocurrir algo así porque es muy difícil de controlar».

Por su parte, la exedil de Teulada de origen francés Chantal Giron definió como una «desesperación» esta situación, y aprovechó para incidir en que «hay un problema de fondo que hasta ahora ningún político ha querido ver».