Instituciones Penitenciarias tiene a180 presos sometidos a un plan específico de vigilancia por riesgo de radicalización yihadista, según datos de la Audiencia Nacional. Se da la circunstancia de que esa cifra es superior al número de personas actualmente en prisión por haber cometido delitos relacionados con este tipo de terrorismo, en torno a 90.

En esa cifra de vigilados se incluyen personas que profesan la religión musulmana o personas marginales y vulnerables susceptibles de ser captadas. Según los expertos, a la hora de hacer proselitismo en prisión, los radicales buscan principalmente presos que cumplan penas no superiores a los tres años y que puedan salir libres pronto con instrucciones de continuar sus actividades radicales en el exterior, sin descartar alguna acción terrorista.

El programa, creado en julio de 2014, es uno de los planes de Interior sobre los que pivota esta estrategia centrada en los presos que «responden a planteamientos organizados, extremistas y violentos o pretenden utilizar el medio penitenciario para reclutar adeptos a su ideología radical».

Se introducen medidas concretas de actuación como «examinar las relaciones de algunos de los terroristas ingresados en prisión con personas con detenciones anteriores, con independencia de que hayan sido condenadas por terrorismo o por otros delitos». «Por tanto, hay que observar las comunicaciones y visitas con estas personas, las relaciones entre ellos o con terceros y las relaciones con otras formas de delincuencia organizada o terrorista», precisa el plan. El programa otorga a los subdirectores de Seguridad de cada cárcel la función de coordinar toda la información que se recibe sobre los presos afectados y elaborar un informe cada semana "con las propuestas que consideren relevantes».

Casados de entre 25 y 35 años

Por otro lado, se hace hincapié en «el necesario conocimiento y reseña de textos, grabaciones u otros sistemas de almacenamiento de audio o video que pudieran contener reflexiones o discursos de autores radicales».

En cuanto al perfil del preso yihadista, la mayoría de ellos son casados, con hijos, de poca formación académica. Argelia o Marruecos son los orígenes más repetidos. El 80 % tienen edades comprendidas entre los 25 y los 35 años de edad, es decir, se trata de personas jóvenes que en muchos casos son la primera generación de inmigrantes que llegan a España, según los expertos. Tres de cada cuatro estaban en España en una situación regular, es decir, españoles, nacionalizados o con permiso de trabajo.

Visten ropas de acuerdo con sus creencias, lucen barba y llama la atención el perfecto estado de las uñas de sus manos en las que hay callos, al igual que en la frente debido al rezo. Casi siempre portan un «tasbih», un objeto parecido al rosario para dirigir sus oraciones.

En sus celdas casi nunca falta un Corán y suelen estar decoradas con frases de ese libro sagrado para el Islam.