El secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, llegó hoy a La Habana, donde presidirá la ceremonia del izado de la bandera estadounidense en la embajada, una visita histórica 54 años después de que ambos países rompieran relaciones.

El jefe de la diplomacia norteamericana llegó a las 9.00 hora local (13.00 GMT) a bordo de un avión del Departamento de Estado en el que se leía en uno de los costados "United States of America".

Al bajar del avión, Kerry, vestido con traje azul marino, portaba un bastón porque todavía se recupera de la ruptura del fémur ocurrida durante un accidente de bicicleta en Ginebra.

Allí fue recibido por el encargado de negocios de la embajada norteamericana en La Habana, Jeffrey DeLaurentis y funcionarios de la cancillería cubana.

Kerry es el primer secretario de Estado de EEUU en arribar a Cuba en 70 años, a donde llega para la apertura formal de la embajada de su país, que comenzó a funcionar como tal el pasado 20 de julio, ocho meses después del anuncio de los presidentes Barack Obama y Raúl Castro sobre el acercamiento bilateral.

La visita del jefe de la diplomacia de EEUU se produce en un contexto de conciliación en el que ambos gobiernos intentan dejar atrás más de medio siglo de enemistad y es vista como un paso simbólico en pos de la normalización de las relaciones, restablecidas el pasado julio.

Durante las diez horas que pasará en La Habana, Kerry prevé como primer punto en su agenda un encuentro con su homólogo suizo Didier Burkhalter, invitado al acto en agradecimiento a la contribución de Suiza como Estado protector para la defensa de los intereses de Washington en la isla, tras la ruptura de relaciones bilaterales en 1961.

Kerry además se reunirá con el cardenal cubano Jaime Ortega, máxima autoridad católica en la isla, con el canciller cubano Bruno Rodríguez, junto a quien dará una conferencia de prensa, y presidirá dos ceremonias del izado de la bandera estadounidense.

La primera será la formal en la embajada situada en el Malecón habanero, y a ella asistirá la delegación estadounidense, compuesta por unos 20 funcionarios y legisladores norteamericanos, e invitados de ambos países, entre los que no se encuentran disidentes cubanos, quienes sí asistirán a un segundo acto privado más tarde.

Aunque regresará a Washington en la noche de hoy, Kerry prevé un paseo por La Habana para recibir impresiones de la realidad cubana y escuchar a quien se le acerque para conversar.

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El fin de una era

La Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana ha sido durante décadas el símbolo del enfrentamiento político entre dos formas radicalmente opuestas de entender el hemisferio sur del continente americano.

La Embajada se erigió en 1953 para trabajar estrechamente con el Gobierno de Fulgencio Bastista y tras el triunfo de la Revolución Cubana consiguió sobrevivir unos años hasta que echó el cierre en 1961, poco antes del fracaso de Bahía Cochinos.

En 1977 reanudó su actividad como Sección de Intereses en un eufemismo que el 'castrismo' ha señalado como auténtica filial de la CIA en suelo cubano, afirmando que entre sus paredes se han urdido hasta 600 planes para acabar con Fidel Castro.

Durante todos estos años la mole de piedra ha sido escenario de intrigas al más puro estilo 'hollywoodiense'. "No éramos un nido de espías, de ninguna manera, pero algunas personas trabajaban para Inteligencia", confesó Wayne Smith, un ex diplomático estadounidense.

El último incidente tuvo lugar durante la Presidencia de George W. Bush, cuando Estados Unidos decidió emitir continuamente mensajes de contenido político a través de unos carteles luminosos instalados en la fachada de las plantas superiores.

En su réplica, el régimen comunista ordenó instalar hileras e hileras de mástiles con la bandera de Cuba con la altura suficiente para tapar los SMS de la Casa Blanca y movilizó a sus bases para que protagonizaran manifestaciones continuas a sus puertas.

Hacia la normalización

Este viernes, Washington y La Habana esperan poner fin a los juegos de espías del último medio siglo e iniciar una senda inexplorada para ellos que va más allá del izado de banderas y de las ceremonias solemnes y que consiste en mantener las embajadas abiertas.

Estados Unidos ya ha adelantado que su intención es que su sede en La Habana funcione al mismo nivel que las embajadas que tiene repartidas con todo el mundo, lo que incluye mantener contactos regulares con todos los actores políticos del país.

Esta agenda inquieta a Cuba que, sin embargo, ha accedido a tolerar este tipo de reuniones, siempre y cuando no supongan "una injerencia en asuntos que solo corresponden a la exclusiva soberanía de los cubanos", según dijo Rodríguez.

Lo cierto es que el 'castrismo' ya soporta los habituales encuentros entre miembros de la oposición y diplomáticos de todo el mundo, sobre todo de países europeos que prestan sus embajadas para que los cubanos puedan conectarse al exterior.

Camino por recorrer

La apertura de las embajadas es, no obstante, la primera zancada en la 'hoja de ruta' que ambos países se han fijado para encarrilar el histórico diálogo que comenzaron el 17 de diciembre.

La principal exigencia de Estados Unidos es que haya una mejora sustancial en la situación de los Derechos Humanos en Cuba, para lo cual las delegaciones técnicas ya han iniciado los contactos, aunque sin ningún resultado concreto.

La oposición cubana --ya rendida ante la evidencia del acercamiento bilateral-- reclama a Washington que no haga más concesiones a los Castro hasta que haya avances claros en materia de libertades y derechos fundamentales.

Éste ha sido siempre uno de los temas más espinosos. Kerry no tenía previsto reunirse con opositores cubanos en su breve visita a La Habana, pero finalmente lo hará, entre otras cosas, por la presión ejercida por el Congreso donde el republicano Marco Rubio ha amenazado con bloquear el nombramiento del nuevo embajador.

La otra 'bestia negra' de este diálogo es el fin del bloqueo económico, financiero y comercial impuesto a Cuba en 1960, que Obama se ha mostrado dispuesto a derogar pero para lo cual necesitará la connivencia de un Congreso dominado por los republicanos.

Por delante quedan también otras reivindicaciones históricas de Cuba como la devolución de la base militar que Estados Unidos tiene en la bahía de Guantánamo, si bien la Casa Blanca ya ha adelantado que no está en sus planes.

La política migratoria de 'pies mojados-pies secos' con la que Estados Unidos ha alentado a los cubanos a abandonar la perla del Caribe en estos años es igualmente otra de las cuestiones a debatir en los próximos meses.

Así, Estados Unidos y Cuba tienen por delante un largo recorrido que apenas comienza con la inauguración de las embajadas y que se prevé espinoso por lo arraigado del conflicto y la multitud de temas a dirimir para garantizar una amistad duradera.