Yasin Salhi, el autor confeso del crimen del pasado viernes en el este de Francia, negó que actuara por motivos religiosos, según fuentes próximas a la investigación citadas por medios locales.

Interrogado desde ayer en los locales de la policía antiterrorista a las afueras de París, donde fue trasladado desde Lyon, el sospechoso ha asegurado a los investigadores que cometió el asesinato tras una discusión que había mantenido unos días antes con su jefe, según la radio "France Info".

Salhi, de 35 años y padre de tres hijos, confesó haber decapitado el pasado viernes a su patrón en la fábrica de paquetería en la que trabajaba desde hace varios meses y, posteriormente, trató de hacer volar una planta de material químico en la localidad de Saint-Quentin-Fallavier, a pocos kilómetros de Lyon, tercera ciudad de Francia.

Los agentes se interrogan por el posible móvil islamista radical del crimen, que el sospechoso niega, según la radio.

Sin embargo, tras decapitar a su jefe, colgó la cabeza en una verja de la empresa que trataba de explosionar y la rodeó de banderolas con inscripciones musulmanas.

Además, se hizo un "selfie" con la cabeza y lo envió a una persona un ciudadano galo que se encuentra en Siria y que la policía francesa considera responsable de una célula de reclutamiento de voluntarios para el Estado Islámico en ese país.

Además, según diversos medios, Salhi gritó "Alá es grande" en árabe cuando fue reducido por un bombero en el momento en el que abría bombonas de acetona con el objetivo de hacer saltar por los aíres la planta.

Finalmente, según la televisión "BFMTV", durante su arresto en Lyon la esposa y la hermana del autor confeso del crimen dijeron a los investigadores que Salhi había viajado a Siria en 2009.

Los servicios secretos franceses conocían los vínculos del sospechoso con sectores islamistas radicales, lo que motivó que le siguieran entre 2006 y 2008 periodo en el que no cometió ningún acto que justificara mantener la vigilancia.

Sin embargo, entre 2011 y 2014 también se detectaron contactos puntuales con medios salafistas del este de Francia, según indicó el fiscal de París, François Molins.