La solidaridad de los vecinos de Seyne des Alpes será siempre recordada. Desde el primer momento del accidente del Airbus A320, los habitantes de este pequeño pueblo de los Alpes han hecho lo que estaba en su mano para ayudar a los equipos de rescate.

En la aldea se enteraron del accidente cuando comenzaron a llegar decenas de unidades de policía, protección civil y bomberos. Se encuentran a apenas tres kilómetros del accidente, pero no existen vías de acceso y "a pie es prácticamente imposible llegar", sostiene el guardabosques Gilbert Aldi. Conoce bien el lugar, pero confiesa que "hasta ahí arriba, andando, es una locura subir". Hay que atravesar un terreno boscoso, caminar siete horas y subir una dura pendiente, escarpada. Es casi como hacer escalada.

Al final se llega a una auténtica pared, que es donde se estrelló el avión hasta prácticamente desintegrarse. Nada permite sospechar que allí haya un Airbus. Apenas se ven diminutos restos, del tamaño de un televisor, los mayores como la carrocería de coche, ni rastro del gran tamaño de un avión.

Los helicópteros no paran de despegar desde un terreno habilitado al efecto a las afueras de este pequeño pueblo francés. Tardan solo unos cinco minutos en alcanzar la devastación.

Llevan a gendarmes, forenses e investigadores para tratar de obtener el máximo de indicios que permitan determinar las causas del accidente. Es prioritario encontrar la segunda caja negra pero también otros elementos para la investigación, y comenzar a identificar sobre el terreno los restos humanos.

"Se lo debemos a las familias", afirma un investigador. No hay cuerpos enteros, señal de que el avión debió explotar tras chocar e incendiarse por el queroseno, según indican fuentes policiales.

El rescate de los cuerpos llevará días y su identificación semanas, según el fiscal de Marsella, Brice Robin, que encabeza las investigaciones judiciales por "homicidio involuntario". Y se hará con helicóptero, añade Roy, porque por tierra no parece factible.

Ayuda de los vecinos

Tras conocer la noticia, el propio alcalde de Seyne des Alpes reservó todas las habitaciones existentes en varios kilómetros a la redonda para poder acoger a los familiares de la víctimas que se acercarán hasta el lugar del accidente. El polideportivo local se convertirá, además, en una improvisada capilla ardiente de las 150 víctimas.