El estado de Texas ejecutó hoy a Suzanne Basso, condenada por asesinato en 1998 y la decimocuarta mujer a quien se le aplica la pena de muerte en EE.UU. desde la reinstauración de esta práctica en 1976.

A Blasso, de 59 años, la declararon muerta a las 18.26 hora local (00.26 GMT) tras ser ejecutada con una inyección letal en Huntsville (Texas), según confirmó a Efe una portavoz del Departamento de Justicia Penal del Estado.

Las mujeres tan sólo representan un 2,1 % de los presos que esperan en los corredores de la muerte en el país y un 1 % del total de ejecuciones, según datos del observatorio Death Penalty Information Center.

"Las mujeres que han cometido un crimen no suelen tener los agravantes de un asesino en serie o de cualquier condenado a pena de muerte", explicó hoy a Efe el director ejecutivo del observatorio, Richard Dieter.

La pena de muerte, recordó este abogado, se aplica a "los peores de los peores crímenes y eso implica que el condenado haya cometido un asesinato con agravantes como una violación, secuestro, atraco o tortura".

"La mujer suele cometer crímenes contra alguien que conoce: un miembro de su familia, un niño o un conocido", añadió.

En el caso de Suzanne Basso, ejecutada hoy con inyección letal, existían agravantes: en 1998 torturó y mató a Louis "Buddy" Musso, de 59 años, un hombre de Nueva Jersey con discapacidad intelectual que viajó a Texas persuadido por la propia Basso, quien le había prometido matrimonio.

El cuerpo de Musso fue hallado a las afueras de Houston (Texas) con signos de maltrato, restos de lejía en su piel y heridas hechas con un alambre.

Basso, que no actuó sola, también se aprovechó de las pólizas de seguro y de los beneficios de la Seguridad Social del asesinado.

Más de 1.300 ejecuciones

Con la ejecución de esta tejana, 14 mujeres han muerto en aplicación de la pena capital, sobre un total de 1.366 ejecuciones, desde que en 1976 una sentencia del Tribunal Supremo restableció las condenas a muerte en EE.UU.

Las cifras mínimas de mujeres condenadas a muerte las convierten en casos excepcionales en muchos estados y que muchas presas sean las únicas que esperan la pena capital en su región.

"Muchas de ellas son las únicas en el corredor de la muerte y, de hecho, el concepto de pasillo de la muerte deja así de existir", subraya el director ejecutivo de Death Penalty Information Center.

Texas ejecutó hoy a la cuarta mujer en el Estado desde 1976, incluida la reciente ejecución de Kimberly McCarthy, en junio de 2013, que se convirtió en el preso ejecutado número 500 en el Estado sureño, el que más ejecuciones concentra del país.

Durante la jornada de hoy, el abogado de Basso, Winston Cochran, intentó recurrir ante el Supremo la sentencia al alegar problemas mentales, después de que una Corte de Apelaciones descartara la víspera sus peticiones.

El intento de intervención "in extremis" de la máxima instancia judicial buscaba repetir el esfuerzo de última hora en el caso del mexicano Edgar Tamayo, ejecutado también en Texas hace tres semanas.

Los abogados del mexicano alegaron el incumplimiento de sus derechos como extranjero y como persona con discapacidad mental, dos supuestos que pueden eximir de la pena capital, pero los presuntos desórdenes mentales, como en el caso de Basso, no se contemplan para evitar una ejecución.

Texas, el estado de EE.UU. con más ejecuciones, incluidas cuatro mujeres, tiene en la sección femenina del corredor de la muerte a ocho condenadas a la espera de la aplicación de su pena.

Pese a ello, en las últimas semanas, los expertos en pena de muerte también miran a Arizona, dos estados más al oeste de Texas: allí desde 1930 ninguna mujer ha sido ejecutada, pero hay cinco casos esperando.

En ese Estado, dos mujeres se encuentran ya en el corredor de la muerte y tres más se enfrentan a penas capitales en procesos judiciales en curso.