El Papa Francisco ha advertido de que la "pacificación" de las favelas de Brasil no será duradera, ni habrá armonía ni felicidad mientras la sociedad ignore, margine y abandone en la periferia a una parte de sí misma, durante su visita a la favela de Varginha (Manguinhos), donde ha visitado la casa de una familia.

"Deseo alentar los esfuerzos que la sociedad brasileña está haciendo para integrar todas las partes de su cuerpo, incluidas las que más sufren o están necesitadas, a través de la lucha contra el hambre y la miseria. Ningún esfuerzo de pacificación será duradero, ni habrá armonía y felicidad para una sociedad que ignora, que margina y abandona en la periferia una parte de sí misma", ha precisado.

En este sentido, ha apuntado que "sólo cuando se es capaz de compartir, llega la verdadera riqueza" y que "la medida de la grandeza de una sociedad está determinada por la forma en que trata a quien está más necesitado, a quien no tiene más que su pobreza".

Asimismo, ha afirmado que la Iglesia, "abogada de la justicia y defensora de los pobres ante intolerables desigualdades sociales y económicas, que claman al cielo" -tal y como señala el Documento de Aparecida_, desea "ofrecer su colaboración a toda iniciativa que pueda significar un verdadero desarrollo de cada hombre".

Según ha indicado, el pueblo brasileño, especialmente las personas más sencillas, pueden dar al mundo "una valiosa lección de solidaridad", una palabra "a menudo olvidada u omitida, porque es incómoda".

Además, ha hecho un llamamiento "a quienes tienen más recursos, a los poderes públicos" y a todos los hombres comprometidos en la justicia social para que "no se cansen de trabajar por un mundo más justo y más solidario" y no permanezcan "indiferentes ante las desigualdades que aún existen en el mundo".

"Que cada uno, según sus posibilidades y responsabilidades, ofrezca su contribución para poner fin a tantas injusticias sociales. No es la cultura del egoísmo, del individualismo, que muchas veces regula nuestra sociedad, la que construye y lleva a un mundo más habitable, sino la cultura de la solidaridad; no ver en el otro un competidor o un número, sino un hermano", ha subrayado.

Por otra parte, ha destacado la importancia de custodiar los "pilares fundamentales" que sostienen a una nación: la vida, la familia, la educación integral, la salud y la seguridad. Concretamente, ha explicado que la vida es "un don de Dios, un valor que siempre se ha de tutelar y promover"; que hay que enseñar no solo transmitiendo información para producir ganancias; que hay que cuidar el bienestar integral de la persona, incluyendo la dimensión espiritual; y que hay que garantizar la seguridad, "en la convicción de que la violencia sólo se puede vencer partiendo del cambio del corazón humano".

Jóvenes defraudados por los corruptos

También ha animado a los jóvenes que "a menudo se sienten defraudados por los casos de corrupción, por las personas que, en lugar de buscar el bien común, persiguen su propio interés" a que, a pesar de esto, "nunca se desanimen, no pierdan la esperanza". "La realidad puede cambiar, el hombre puede cambiar. Sean los primeros en tratar de hacer el bien, de no habituarse al mal, sino a vencerlo", ha asegurado al tiempo que les ha prometido que la Iglesia y el Papa está con ellos.

Francisco ha admitido que le hubiera gustado llamar a cada puerta de Brasil para "decir buenos días, pedir un vaso de agua fresca, tomar un 'cafezinho' -no un vaso de aguardiente--, hablar como amigo de casa, escuchar el corazón de cada uno" pero que, como Brasil es tan grande, eligió visitar esta favela que "hoy representa todos los barrios de Brasil y que le ha recibido "con amor, generosidad y alegría".