Benedicto XVI ha celebrado una liturgia en el Parque San Juliano de Mestre (Norte de Italia) y ha invitado a los fieles a "no ceder nunca a las recurrentes tentaciones de la cultura hedonista y a los reclamos del consumismo materialista".

El Pontífice ha recordado que también "un pueblo tradicionalmente católico" puede incluso "advertir en sentido negativo" o "asimilar casi inconscientemente, los contragolpes de una cultura que insinúa una forma de pensar que obstaculiza o rechaza abiertamente el mensaje evangélico".

Por ello, el Papa ha declarado que también hoy "es necesario promover y defender con valentía la verdad y la unidad de la fe" y ha pedido a los cristianos que se transformen "en testigos, dispuestos a anunciar con vigor y alegría el evento de la muerte y la resurrección de Cristo".

No obstante, Benedicto XVI ha reconocido que "los discípulos de hoy", como los dos discípulos de Emaús, se alejan "de la Jerusalén del crucificado y del resucitado" y "no creen ya en la potencia y en la presencia viva del Señor".

En este sentido, el Pontífice ha destacado que actualmente ser cristiano "tiene el riesgo de vaciarse de su verdad y de sus contenidos más profundos" y se arriesga a reducirse "a un cristianismo en el cual la experiencia de fe de Jesús crucificado no ilumina el camino de la existencia".

Por ello, el Papa ha subrayado que es importante "dar razones de la esperanza cristiana al hombre moderno, agobiado con inquietantes problemáticas que ponen en crisis los fundamentos mismos de su ser y su actuar".

Benedicto XVI ha pedido a los miles de peregrinos congregados en la eucaristía que se conviertan "de la desesperación a la esperanza, de la tristeza a la alegría" y "a la vida comunitaria".

Por último, el Pontífice ha destacado que la conversión cristiana "es sobre todo fuente de alegría, de esperanza y de amor" porque "es siempre obra de Cristo resucitado, que ha obtenido esta gracia por medio de su pasión y la comunica con la fuerza de su resurrección".