Una persona sabe lo que de verdad es una multitud cuando presencia una mascletà en la plaza de Luceros de Alicante. En los aledaños a este templo alicantino del fuego, a las 14 horas, cociéndose al sol, no entra una bacteria. Cuando queremos, sabemos acoplarnos y diseñar una multitud festiva y ordenada, capaz de gritar, levantar manos y levitar con los fuegos artificiales. Ayer fue un día grande, no solo por la Cremà y porque toreó José Tomás, sino porque salieron a hombros los maestros de la pirotecnia, los Hermanos Ferrández, que este año solo tuvieron un competidor, Sirvent, de Alicantina de Focs i Artifici, quien decidió quedarse fuera de concurso para demostrar lo que es una mascletà de verdad. Ojalá el Ayuntamiento atienda a los profesionales y logre que la competición sea de verdad y no un paseo militar. Como adoradores del fuego que somos desde el policía que en primera fila se tapa los oídos por el estruendo hasta el guardia civil que supervisa la seguridad pasando por el espectador que graba el espectáculo para mostrarlo orgulloso allá donde vaya ya anhelamos el rojo fuego de las mascletàs, del color de las faldas de la Bellea y sus damas.