La Fiesta es sublime no por sus mascletàs ni por sus monumentos. Tampoco por la Cremà, por muy anhelada que sea tras tanto día de fiesta. Lo mejor de las Hogueras 2016 son los niños que hemos visto desfilar desde la mañana a la noche, despiertos y dormidos, solos y cogidos de una mano protectora, caminando y en carrito de bebé, como protagonistas y como observadores. Esos niños, con sus ilusiones y cansancio, vestidos de foguerers y alicantinas, son la garantía máxima de que las Hogueras de San Juan están vivas. Ellos, mejor que nadie, simbolizan la esencia de una fiesta basada en el principio y el fin, la creación y la destrucción. El fuego, la Cremà, lo absorberá todo esta noche, pero todos quienes hacen la fiesta se levantarán mañana pensando ya qué construir el próximo año, ilusionados con que, las próximas, sean las mejores Hogueras de su historia. Los niños de hoy se harán mayores, se les irán quedando pequeños los trajes festeros en el camino y llegará un momento en el que estarán listos para dar el relevo. Podemos morir tranquilos. Los adultos ya amamantan a la Bellea del Foc del futuro.