Su corazón está en la Plaza del Mediterráneo. Llevan su nombre, en ella plantan su monumento y su racó por San Juan, la recorren en pasacalles con la banda de música, y en ella se reúnen durante el año para ensayar y para celebrar sus almuerzos populares, los Carnavales, la Feria de Abril, Halloween (ahora están haciendo los decorados), una banyà el día 24 de junio con 12.000 litros de agua a la que baja todo el barrio, y, cómo no, es el lugar en el que casi desde sus orígenes proclaman a sus bellezas.

Porque esta comisión familiar y divertida se fundó a pie de calle (1983), por iniciativa de un grupo de vecinos que acababan de mudarse a vivir a las entonces parcialmente construidas viviendas de la Plaza del Mediterráneo. «Un día nos juntamos en el medio de la plaza y decidimos traer la Fiesta al distrito», situado frente al parque Lo Morant. «Pusimos carteles en las porterías y bajamos vecinos de todos los edificios, sesenta o setenta personas, con los que arrancó la hoguera», recuerda Alfonso Revert, comisionado fundador. «Entramos (junto a su mujer e hija mayor) tanto en la hoguera como en la barraca, aunque luego tuvimos que dejar esta última».

Bernardo Samaniego cogió las riendas de la comisión, con Conchi Sirvent como primera belleza adulta y Rosa María Campello infantil ya que la hoguera de los niños nació a la vez que la adulta. «Neptuno y la sirenas» fue el primer monumento que vio la plaza, obra del artista Antonio Asensi, en tercera categoría. Fue un arranque de ilusión en la que antiguamente se llamaba plaza de la Alegría, nombre que perdió al remodelarse, cuando se instaló un barco de obra en los jardines en homenaje al Mediterráneo. «Llegamos aquí recién casados, felices, y aunque nuestros hijos han nacido y crecido ya con el nombre actual, cada mes de junio esa alegría se renueva cuando llegan las Hogueras», coinciden Revert y el actual presidente, José María Molero.

En ese comienzo fulgurante, un grupo de festeros se desplazó a Madrid el mismo año 83, donde fueron recibidos en La Moncloa por el entonces presidente del Gobierno, Felipe González, desde entonces presidente de honor de la hoguera. Otro momento dorado llegó en 1986 con la elección de su belleza Ascensión Samaniego, hermana del presidente fundador, como Bellea del Foc d'Alacant. Los primeros cambios llegarían dos años después, cuando otro festero, Mateo Garzón, cogió la presidencia, abriendo una etapa en la que artistas como Francisco Granja, Julio Esplá o Pedro Vicente Baenas dejaron su impronta en el distrito.

Plaza del Mediterráneo hizo un alto en su camino festero en 1992, cuando el presidente cesó de su cargo. El silencio de junio, sin pasodobles, olor a pólvora y sabor a brevas, se prolongó hasta que Juan Vilar cogió la comisión en 1994. Ese año entró Molero, el actual presidente, con un ramillete de foguerers, pero hasta 1995 el distrito no disfrutó otra vez de la plantà, con el monumento «La rosa de los vientos» que firmó el Gremio de Artistas. El comienzo del siglo XXI estuvo lleno de incertidumbre para la comisión, que a partir de 2003 recondujo la situación llegando a una etapa plácida, en la que todos «nos llevamos muy bien».

Ahora son sólo 17 festeros adultos tras varias bajas por la crisis dejando sólo a sus niños como infantiles pero aún así manejan un presupuesto de 30.000 euros. Ahora tienen 110 cartillas de vecinos (pagan 5 euros al mes) aunque llegaron a contar en las mejores épocas 380 cartulinas en un distrito con 486 viviendas. El otro pilar de su economía en una plaza sin comercios es la aportación de los comisionados, 600 euros al año los adultos y la mitad los niños. Ahora han puesto en marcha una campaña para captar socios con carteles en los portales.

Ese dinero lo destinan en su mayor porcentaje a los monumentos. En 2015 se gastarán 12.000 euros para plantar el principal en Quinta, obra de Federico Molinero, y el infantil, de Rafael Lidón, en Cuarta. En la banda de música que les acompaña en los desfiles oficiales y en los pasacalles por el barrio para despertàs o cremà invierten otros 3.500 euros, y 2.500 euros más para los arcos y la carpa de luces que instalan en la plaza en Hogueras. Para ahorrar hacen los decorados con telas, corcho o palés que reciclan o se traen de casa, y elaboran adornos de papel para el racó de Hogueras, en el que se llegan a juntar medio millar de foguerers que no hace mucho celebraron su 30 aniversario.