Además de las estructuras de las Hogueras, al arquitecto Rubén Bodewig siempre le ha llamado la atención cómo la ciudad se transforma y se vuelve peatonal cuando llegan las fiestas. «Es una metamorfosis de un día para otro y la gente retoma el espacio que podía ser suyo. La ciudad de repente es distinta y desde el punto de vista del urbanismo es un concepto muy llamativo, porque sin construcciones fijas cambia la imagen completamente. Esto es superllamativo a ojos de un arquitecto». Bodewig cree que debería crearse un «laboratorio de ideas» de las Hogueras para reflexionar en qué pueden contribuir a la ciudad cada año, aprovechando que se cortan las plazas y calles. «Las Hogueras dejan su huella permanente. Se retiran árboles para la plantà, y el proyecto de la plaza de Séneca está condicionado por el racó y la hoguera. ¿Se puede convivir? ¿Se puede hacer algo mejor? Da mucho que reflexionar».