La noche de San Juan, la del 23 al 24 de junio, está marcada como la celebración del acto pagano en el cual se deja simbólicamente atrás todo lo malo que ha acontecido durante el año anterior, con el ánimo de que el futuro sea mejor. Saltar hogueras es una de las muestras con las que más se conmemora esta festividad, con el añadido de darse un baño a la orilla del mar allá donde es posible. El rito es casi ancestral en multitud de lugares, aunque en la ciudad de Alicante quedaba hasta hace poco eclipsado por las fiestas de las Hogueras. Sin embargo, cada vez son más los que acuden a playas como la del Postiguet o la de San Juan a cumplir también con la premisa de saltar una hoguera y hacer después lo propio con olas del mar; hay quien dice que siete, por la superstición que también tiene este número.

Anoche no fue una excepción, y miles de vecinos de Alicante y de otros puntos se hicieron hueco en la arena para hacer su fogata y disfrutar de la cena en compañía, para después cumplir con el ritual de saltar las llamas y el agua. Hace sólo siete años que el Ayuntamiento autorizó el encendido de hogueras en la playa, aunque ya eran muchos los que antes se reunían allí en la noche del 23 de junio para darse un baño -seguramente el primero de la temporada para muchos- después de cenar. El espaldarazo oficial ha contribuido a que desde 2007 esta celebración se consolide aún más en la ciudad, como un aperitivo a la cremà, con el fuego también de protagonista pero de otra forma. Eso sí, con la prohibición de las llamadas «velas voladoras» como precaución por el elevado riesgo de incendios.