Las Hogueras son unas fiestas de origen pagano donde los actos religiosos están más al margen y donde la gente quiere estar en la calle. ¿Se quedan las parroquias sin feligreses estos días?

Se vacían algo más. De todos modos sí hay un acto eminentemente religioso como es la ofrenda a la Virgen durante dos días. Pero independientemente del rito o de la misa, la fiesta con carácter general es de origen cristiano. Me refiero a compartir, a juntarse con amigos, con otros vecinos, con la familia y relativizar los problemas en ambiente festivo y con comida. Reunirse en un ambiente familiar, en torno a la comida y la bebida, es algo profundamente cristiano.

¿Y por qué en eso no insiste más la Iglesia?

Porque ha habido muchos años de cultura del rito. Pero Jesús siempre estaba en los lugares donde había alegría espontánea. De hecho los fariseos le criticaron mucho que se rodeara de tanta comida y bebida, le acusaban de excesos con el vino. Por eso, aunque estos días no son especialmente religiosos, se puede trabajar la fe fuera de la iglesia, en la calle. Eso sí, los habituales siempre van a seguir yendo a misa.

Usted es párroco en la parroquia de San Roque-Santa Cruz. ¿Qué destacaría de la forma en la que sus vecinos celebran estos días de Hogueras?

Son barrios puramente tradicionales, muy identitarios. Se pegan a todo aquello que les hace sentirse más alicantinos. La pena es que la falta de recursos económicos ha hecho que se dejara de plantar la hoguera de la Plaza del Carmen. Sin embargo sí planta Puente Villavieja, que lo lleva haciendo 50 años.

¿Han sustituido los jóvenes la confesión por intentar «purificar» sus pecados y sus malas experiencias con el fuego de San Juan? Esto es una excusa para preguntarle si los jóvenes de hoy en día prefieren otro tipo de «ritos» y quehaceres a los que siempre ha prodigado la Iglesia católica.

El joven de hoy en día no cree que en realidad se esté purificando con el fuego, pero con la confesión sí ocurre, hay una intención de buscar esa absolución y redención. De todas formas, se nos ha ocultado mucho con ritos ese carácter juvenil de fiesta y vitalidad, cuando muchas veces los jóvenes no enganchan con la cultura del rito. Se ha demostrado que hay parroquias que logran trabajar y profundizar en la fe con otro tipo de actos y eventos en los que los jóvenes se divierten, o se sienten útiles, comprometidos y eso es fenomenal para que sean más participativos y comprometidos con la sociedad. El joven de hoy en día necesita un chute de compromiso, de protagonismo y de que se le tome en serio.

¿Y tiene la Iglesia pendiente pecados por quemar o cree que ya ha pedido perdón por todo?

A modo totalmente personal, creo que la Iglesia tiene mucho aún por quemar, purificar y renovarse. No solo es pedir perdón, sino que su papel pasa por confrontarse con lo más utópico, que es el evangelio.

¿Es el papa Francisco ese mecanismo de autocrítica y renovación que necesitaba la Iglesia?

Totalmente. Con el papa Francisco estamos ante un momento de oro. Lo está haciendo todo distinto, lo está escenificando de forma distinta, tiene otros gestos y una gran capacidad de renovación. Nunca hemos tenido un papa tan posicionado con la iglesia pobre. Y no es una estrategia, es que lo vive así. Porque hace falta renovación a todos los niveles. El papa nos está sacando los colores a todas las personas que componemos la Iglesia.

¿Se tomaría con humor el ninot que le han hecho este año?

¡Claro! Vamos, se moriría de risa si lo viera. Es más, le encantaría. Este papa es un fenómeno social