Con un ojo en la clasificación y otro en las páginas de historia que ellos mismos escribieron. Varios exjugadores ilustres del Hércules muestran su preocupación por la decepcionante temporada del equipo (por el momento y, según los números, la segunda peor de la historia) y la amenaza económica de Hacienda y Bruselas.

«Yo no recuerdo algo así, este año se ha juntado todo, ahora la situación es desesperada porque económicamente estamos cada vez peor, cada día se complica más, y deportivamente no hay base de cara al año que viene», lamenta Juan Antonio Carcelén, fino centrocampista de los años dorados del Hércules.

Es precisamente esta cuestión institucional la que más desconfianza le da a un crítico José Joaquín Albaladejo: «El Hércules me preocupa más como club que como equipo; deportivamente siempre se pueden ganar partidos, eso es lo de menos, pero si el IVF te pide siete millones o si Hacienda te pide otros tantos y no los tienes, a ver qué haces». «Pero ese dinero ha estado en los cajones del Hércules», recalca.

Restituir el honor

El exbarcelonista también sufre por el prestigio del club: «Se puede estar en Tercera con el prestigio intacto y en Primera sin nada de él. Yo recuerdo partidos gloriosos con el campo lleno a finales de los 60 contra el Cartagena». Albaladejo hila fino y mira más arriba del césped: «El Hércules que yo conocí no tiene nada que ver con la gente que está ahora dirigiéndolo, ya pasará esto, pero está durando más de lo que creía». Carcelén, más comedido, secunda la idea: «Es evidente que el club, bajo la dirección de determinadas personas, no ha ido como debía». El tanque yugoslavo Miodrag Kustudic también demuestra su pesar: «Me da pena ver al club donde está, por historia y por todo debería estar como mínimo en Segunda».

Problema deportivo

Respecto a lo estrictamente deportivo, Carcelén sí que es tajante: «Cuando las cosas no salen hay que hacer un lavado de cara, el Hércules debe hacer un cambio radical; no es un fracaso individual sino colectivo: de Portillo, de los jugadores y de los tres entrenadores». Él mismo no continuó como técnico tras la 89/90, la campaña más triste del Hércules y a la que se acerca peligrosamente el actual: «Tuve la mala suerte de sufrir aquello, no es agradable porque nada sale bien, hay veces que entras en una dinámica negativa y no hay manera de dejarla. Pero aquella vez la situación económica no era tan agobiante», recuerda.

El argentino Carmelo Héctor Giuliano, protagonista, como los dos antecesores, de los años setenta, es el más diplomático: «Es cierto que la cosa se ha complicado, hemos pasado de pensar en el play-off a mirar hacia abajo; pero es momento de estar todos juntos: plantilla, exjugadores y afición para apoyar». Aunque no elude la compleja coyuntura: «El peor momento no sé si es, pero desde luego que éste es muy delicado, pero repito, cuando las cosas no vienen a derechas es momento de estar unidos».

Pese al dramatismo, Giuliano no piensa en Tercera División. «No creo que se llegue a ese punto, imagino que los jugadores estarán concienciados porque son los que tienen que sacar esto adelante», concluye.

Revolución para la 18/19

«¿Si debe seguir Visnjic como técnico? Hombre, darle la oportunidad a alguien a quien no le han ido bien las cosas creo que no es lo más lógico», desliza Carcelén. Por su parte, Albaladejo vuelve a mostrar su hastío: «Que siga quien quiera, sinceramente no tengo interés en profundizar más en nombres».

«Yo sinceramente opino que no es el momento de tomar decisiones, lo que ha pasado hay que analizarlo en frío, ya habrá tiempo para ver quién sigue y quién no», indica Giuliano.

El papel de la afición

El recibimiento que dispensará el público del Rico Pérez el próximo domingo ante el Mestalla es todavía una incógnita, pero ya expresó su malestar en jornadas anteriores. «Los más fieles seguirán yendo, pero alguno ya va al límite», dice Carcelén. «Los que van todos los domingos son unos santos, habría que hacerles un monumento porque eso tiene mucho mérito», subraya Albaladejo. «Yo no sé ni cómo la gente aguanta todo esto», asegura apenado Kustudic.

El sentir es unánime, la solución, un paradigma. En juego, el club insignia de la ciudad.