«Todavía sueño con que me llaman para ser el 9 de Peñarol. Cuando tenía 16 años fui el máximo goleador de la colectividad judía en Uruguay. Lo que indica cuál era el nivel de la colectividad. Creo que nunca llegué a ser bueno». Vale que estas honestas palabras no son de Germán Hornos, punta que pasó sin gloria hace más de una década por Valladolid y Sevilla, sino de Jorge Drexler. Los sueños del cantante son los sueños de muchos aficionados que, más de una vez, enfundados en el pijama se han cristianizado por ser los protagonistas de un gol importante.       La realidad es que los delanteros decisivos escasean. De ahí el mérito de Uruguay: un país con tres millones de habitantes y  tres charrúas entre los cinco máximos goleadores de La Liga. Suárez es de los mejores del mundo, Stuani está ayudando mucho a que el Girona se mantenga en Primera y Maxi Gómez ha sido la revelación de la primera vuelta. Descendiendo dos categorías, en Cornellà se vivió un hecho similar aunque más impactante. Enric alcanzó la cifra de 18 goles antes de marchar a Extremadura. Entonces, el conjunto barcelonés estaba en puestos de play-off y ahí sigue. ¿Puede sufrir su ausencia? Sí. Pero hay dos evidencias: Enric alcanzó una cifra similar a haber disputado 38 partidos y jugó 19. Y el Cornellà viene de endosarle cuatro al sexto clasificado. Además, Leon, el sustituto, mojó. Lo mismo que llevan haciendo de forma regular los artilleros de Mallorca, Villarreal B, Elche y Lleida. Todos están arriba y todos, aparte de saber defender, cuentan con la virtud de la efectividad cara a puerta. No es baladí, sino lo más relevante. Y este curso está siendo evidente en el Rico Pérez. La carta del nueve es capital para colarse entre los mejores. ¿Será Torres?