De abrir telediarios a penar por el más absoluto silencio. Así suele ser el tormentoso camino del Hércules en su casi centenaria historia. Mañana, 21 años después de la penúltima proeza del club en el Camp Nou, Josip Visnjic y Quique Hernández, dos de sus protagonistas, vuelven a entrar en escena en el club con un panorama radicalmente distinto.

El serbio, por entonces centrocampista blanquiazul que colaboró con un gol en la remontada herculana en el feudo culé de 1997, asumirá el banquillo de un Hércules de eterna urgencia y que lucha a marchas forzadas para evitar su cuarto fracaso en Segunda División B. Quique, otrora entrenador en el hito de Can Barça, desempeña desde esta semana el cargo de presidente de la entidad.

Aquel 2-3, la primera victoria herculana visitando al Barça (en 2010 llegaría la segunda) fue una remontada histórica. Luis Enrique y Ronaldo golpearon primero, pero el central croata Pavlicic recortó distancias y el propio Visnjic igualó al filo del descanso. Los blaugranas, entrenados por Bobby Robson y con Figo, Guardiola o Blanc en el campo, fueron incapaces de meter mano al Hércules de Quique Hernández y firmaron la derrota tras un gol de Eduardo Rodríguez de dibujos animados. Para más inri, a los culés todavía les quedaba otro fracaso en el Rico Pérez en el mes de junio, donde perderían definitivamente la Liga.

Dos décadas turbulentas

Hoy, más de veinte años después, la situación es bien diferente y el Hércules no consigue estabilidad. En estas dos últimas décadas el club ha estado la mitad de las temporadas en Segunda B (10); otras tantas en Segunda y sólo 1 en Primera, hace ya siete años. En su presentación como presidente de la entidad, Quique Hernández apostaba por «ser un club de cantera a medio plazo» para alcanzar el éxito a través de la estabilidad. También puso como condición la construcción de una nueva Ciudad Deportiva; pero la realidad es que la acuciante necesidad de salvar deudas y categorías empaña todo lo demás.

En aquella proeza de 1997 Quique Hernández empleó a tres alicantinos en el once inicial, Marí, Lledó y Paquito; y otros cuatro completaban la plantilla, Paqui, Antón, Parra y Varela. Tras el partido, el autor del gol de la victoria, Eduardo Rodríguez, se mostraba incrédulo: «He entrado al vestuario y he pensado si esto era el Inocente, Inocente, estoy esperando a que nos den el ramo».

Sin embargo, la inocentada llegó después con veinte años de penurias. Mañana podría ser el comienzo de una nueva etapa de la mano de dos protagonistas que conocen bien la historia del club.