Justo antes del partido ante el Alcoyano me enteré leyendo la prensa que el día siguiente sería el más triste del año. Una fórmula matemática desarrollada en 2005 por Cliff Arnall, profesor de la Universidad de Cardiff, asegura que el denominado Blue Monday es el tercer lunes de enero. Así que uno ya acudía al Rico Pérez con la mosca detrás de la oreja y temiéndose lo peor: palmaríamos con gol de Eldin. No está confirmado, pero dada la deriva de los últimos eneros, no me extrañaría un pelo que el tal Cliff fuera seguidor del Hércules.

Lo que no se esperaba, ni el más agorero de los herculanos -hay donde elegir, créanme- es el espectáculo desplegado por los nuestros en la primera parte. No se recuerda bochorno semejante desde aquel Hércules - Burgos del 78 que terminó con toda la grada entonando el «¡Que se besen, que se besen!». Eso sí, con el agravante de que el sonrojante juego de los pupilos de Arsenio en aquella última jornada del campeonato, era buscado a propósito por unos y por otros, en cumplimiento de un pacto tácito de no agresión, que al menos y para consuelo del respetable, nos dejaba un año más en Primera División. Denunciable pero humano.

Sin embargo el domingo en el Rico Pérez se rompieron todos los moldes. He visto en la tele pachangas de toreros contra periodistas, jugadas con más intensidad y acierto que el demostrado por nuestro equipo. El colmo del despropósito fueron los casi 10 minutos en los que se jugó en inferioridad mientras era atendido uno de los nuestros en el vestuario. La gente en la grada se giraba a un lado y otro, buscando una explicación en estado de shock, «¿Es Checa o Saccardi al que estamos esperando?».

Mentiríamos si no dijéramos que al principio de la temporada la mayoría de nosotros esperaba mucho más de estos jugadores. Si es usted olvidadizo ahí están las hemerotecas para demostrarlo. Pero no es menos cierto que a estas alturas de la liga, ya es una evidencia que la plantilla nos ha salido rana. Hay demasiados jugadores melifluos y sin carácter vistiendo nuestra camiseta con indolencia; sabedores de que hoy están aquí y mañana€ Dios dirá.

Pero que nadie se lleve a engaño, ese es el modelo al que nos hemos subido desde hace lustros; plantillas y técnicos de usar y tirar; para lo bueno y para lo malo, que por cierto, suele ser lo más habitual en estos casos.

Con todo, no es eso lo peor. Lo malo es que los que manejan el cotarro nos toman por tontos. Un día Ramírez nos pone los dientes largos asegurando que por dinero no va a quedar. Al siguiente, es Javi Portillo el que pone la mano en el fuego por la plantilla y manifiesta que con ellos hasta el final. Acto seguido aparece Claudio confirmando que hace falta un delantero y que el secretario técnico ya lo sabe. Y entre medias, se nos presenta a Quique Hernández como futuro presidente empuñando la ciudad deportiva como argumento. La bufa la gamba, que diría mi añorado tío Andrés. ¿Pero quién manda aquí? Que se aclaren por favor y que nos digan la verdad. Que si algo ha demostrado esta afición después de tantos sinsabores, es que es madura para soportarla.