Aunque su nombramiento no se hará oficial hasta la próxima semana, Quique Hernández (Anna, Valencia, 30-X-1958) ya ha empezado a ejercer como presidente del Hércules y ayer asistió al funeral de uno de los miembros de la Peña El Senado. Este hecho, aparentemente menor, revela una de las razones por las que el empresario Enrique Ortiz ha impulsado el recambio de Juan Carlos Ramírez por Ortiz al frente del club blanquiazul: el extécnico tiene una conexión mucho más cercana y directa con el herculanismo de a pie que el empresario vasco, «un hombre de negocios que no se implica en el día a día de la gestión de la entidad blanquiazul», según explicaron fuentes conocedoras de la operación.

De modo que sigue siendo Ortiz el «factótum» del Hércules, el hombre que toma las decisiones de verdadero calado en esta institución casi centenaria y ahora ha decidido dar un «golpe de timón» al frente de la nave blanquiazul para imprimir un cambio de rumbo en el fondo y las formas de la presidencia «que refuerce la estabilidad» de un club convulso casi por naturaleza.

En síntesis, el propietario del Grupo Cívica -que controla el club a través de su hombre de confianza Carlos Parodi y de su yerno y director deportivo Javier Portillo- quiere un presidente «a tiempo completo», que dedique al Hércules más horas que Ramírez y que esté al corriente de todas las circunstancias que rodean al club y no sólo de la marcha del primer equipo: desde los conjuntos del fútbol-base a los problemas con sus instalaciones, pasando por el sentir de la afición.

Además de estas cuestiones de fondo, el empresario y principal inversor del club ve necesario un cambio en las formas de gestionar la presidencia que suavice las aristas y determinadas actitudes de fuerza de Ramírez, cuyo fuerte carácter ha derivado en sonoros enfrentamientos institucionales como su confrontación con el director general del Instituto Valenciano de Finanzas (IVF), Manuel Illueca, por la subasta y posterior compraventa del paquete accionarial mayoritario del Hércules, que estuvo en un tris de acabar en los tribunales.

Llegados a este punto, y menos de un mes después de la ratificación de Ramírez como presidente, Ortiz considera que Quique Hernández -otro hombre de su confianza- encarna mejor que nadie ese «cambio de rumbo necesario» en la gestión y conoce bien el club y la ciudad.

Aunque el técnico de Anna salió por la puerta de atrás del banquillo del Hércules en 2014, el año del descenso a Segunda B, Ortiz y su entorno destacan que Hernández es «un hombre de fútbol», respetado por el herculanismo y capacitado para imprimir un nuevo sello «más cercano e institucional» a la presidencia, al tiempo que le consideran capacitado para abrir nuevas vías de diálogo con los organismos públicos y entablar negociaciones con posibles patrocinadores de la entidad.

Con todo, el propietario del Grupo Cívica no quiere infravalorar la aportación de Ramírez en estos tres años y medio de vinculación del empresario vasco con el Hércules, aunque sí le ha convencido para que dé un paso al lado en cuanto a presencia pública y representación del club.

El presidente saliente -que no quiso pronunciarse ayer sobre su relevo- es, de hecho, el máximo accionista del Hércules junto a Portillo tras comprar el mes pasado al IVF un 15% de los títulos del club más el derecho de crédito contra la Fundación por el que están embargados otro 72% de las acciones.

Además de la presencia del director deportivo en la sociedad tenedora de la mayoría accionarial, Zassh Tecnológica, Ortiz controla la gestión diaria del club por medio del que fuera presidente hasta el pasado mes de mayo, Carlos Parodi, que sigue al frente de la mayor parte de las tareas contables.