Verano de 1974, un grupo de hombres buscan a la desesperada una máquina de escribir a las cuatro de la madrugada en un hotel de Elche. Uno de ellos había terminado de recoger hasta debajo de las piedras 250.000 pesetas, ni una más ni una menos. Las mismas que pedían un par de señores con acento transoceánico con prisas por regresar a Argentina. En un lado de la mesa, los directivos de Independiente de Avellaneda; en el otro, Manolo Calvo, directivo del Hércules y el encargado de llevar el dinero donde estos estaban hospedados. Junto a él, el protagonista de la historia,el jugador Carmelo Héctor Giuliano, un libre argentino de 23 años que marcaría una época en el club alicantino. Tanta que ayer la Asociación Herculanos le brindó un caluroso homenaje en el restaurante El Castell, entre un gran número de aficionados blanquiazules.

«Tuve la suerte de caer de pie en esta ciudad y es algo que agradeceré toda mi vida, éste el primer acto de este tipo que me hacen. Estoy feliz al 90%, sólo si gana esta tarde el Hércules estaré al 100%», reconoció un emocionado Giuliano que deseó que Alicante vuelva a ser «la ciudad futbolística que fue». «Espero volver a ver al Hércules pronto en Primera y que se hable solamente de fútbol y no de temas extradeportivos», pronunció.

Al homenaje también acudieron los exfutbolistas herculanos Pascual Luna Parra y Juan Antonio Carcelén. Este último, compañero de Giuliano en el mejor Hércules de la historia, felicitó a la Asociación Herculanos por el detalle de ser invitado y por la idea de reconocer la trayectoria del líbero argentino: «Me parece que son un acierto los homenajes en vida, de nada sirven si el protagonista ya no lo puede ver. Giuliano es, sin duda, uno de los cinco mejores jugadores de la historia del club». Asimismo, Carcelén aseguró que Giuliano es precisamente el perfil que necesita el actual Hércules. «Era un hombre duro en el campo, jamás le faltó carácter. Cuando nos pegaba un grito a los que éramos más jóvenes, sabíamos que era por nuestro bien», señaló.

Aroma especial

La comida fue una encomiable cita de herculanismo, en la que se reunieron más de cuarenta aficionados y en la que Giuliano recibió, de manos de la Asociación Herculanos, una placa conmemorativa. Un aficionado también le obsequió con una fotografía de una alineación de hace cuarenta años en la que ambos salían, algo más jóvenes.

Con el café, se abrió un bonito coloquio en clave blanquiazul, en el que Giuliano departió cariñosamente con los presentes. «Fue un honor jugar en el Hércules y eso que no tuve un reconocimiento ideal. Al llegar la primera vez al aeropuerto, un operario me dijo 'son muy malos'. Era del Elche y le emplacé al derbi. Ganamos 0-1 y no le volví a ver», recordó.