Pérez; José Antonio, Giuliano, Baena, Maciá; Farinós, Saccardi, Parra, Carcelén; Kempes y Eduardo Rodríguez. Éste es el «once» ideal del Hércules, según el resultado de una encuesta reciente entre los lectores de informacion.es. Un equipo de ensueño para un club casi centenario que lucha ahora por volver cuanto antes al fútbol profesional.

Se ha escrito mucho sobre la historia del Hércules pero poco sobre lo que significa para sus aficionados. Sabemos que el club germinó en 1919 gracias a su fundador, Vicente Pastor Alfosea -«el Chepa»-, y se federó en 1922. Nos consta que su primer partido fue ante un club de barrio (el Athletic Benaluense) e incluso que el equipo, en aquellos tiempos, vestía de rojiblanco.

Está muy bien reflejado -y documentado- el adiós a un Bardín que se quedó pequeño, el traslado al remozado Campo de La Viña y los años del Rico Pérez, testigo mudo de los mejores y los peores momentos de su historia. Mil crónicas nos hablan de aquel mítico equipo de los años treinta que, en apenas tres temporadas, logró el título de Segunda, el ascenso a Primera (1935) y dos sextos puestos en la máxima categoría (35/36 y 39/40).

Muchos expertos nos han asegurado que los Pérez, Maciá, Morera y compañía (que incluso acabaron empatados en la clasificación con el Barcelona), de no haber mediado el obligado parón por la Guerra Civil, podrían haber dejado algún título importante en las vitrinas.

¿Es esto el Hércules? Sí y no. De sobra se conoce la edad de oro herculana, con aquel equipo duro que concibió Arsenio Iglesias, que se quedó fuera de la Copa UEFA por golaverage pero que dejó tardes de gloria y un histórico quinto puesto en Primera (74/75). ¿Sería esto el Hércules? Sí y no. Infinidad de tablas y estadísticas han reflejado cuál es el estatus del club en base a sus 20 temporadas en Primera, sus 43 en Segunda o sus 14 en Segunda B. Incluso sabemos que los blanquiazules obtuvieron tres títulos de campeón de Segunda y que son vigésimo séptimos en la clasificación histórica de Primera.

Entonces, ¿qué es en realidad el Hércules? Decía José Ingenieros que «los únicos bienes intangibles son los que acumulamos en el cerebro y en el corazón. Cuando estos faltan ningún tesoro los sustituye». Para el aficionado que alguna vez lloró en La Viña o el Rico Pérez, seguro que el Hércules es mucho más que unos fríos números.

El Hércules son 25.000 almas desafinando deliciosamente al compás del himno de Alicante; es una herculana de 93 años que no se pierde ni una jornada; es mitad amar y mitad odiar ese momento en que tu padre te dice «este es nuestro equipo». Son las rabonas de Tote, los caracoleos de Rodríguez, la astucia de Alfaro; es esa «madriguera de acero» que diseñó Arsenio en los setenta; son las rodillas descarnadas de Humberto en Pamplona; es Dante alejando al Hércules del infierno y llevándolo de Madrid al cielo...

Es la cinta en el pelo de Pavlicic o el pañuelo de Tatono; es el gol olímpico de Kempes al Atlético o los que valieron ascensos, como el de Blázquez al Celta o el de Sigüenza en Badajoz; es ser enemigo íntimo del Elche o las dos victorias históricas en el Camp Nou.

El Hércules es no olvidar lo que nunca hemos aprendido; es un veneno de padres a hijos; es Alicante,... pero sobre todo son estos hombres elegidos por la afición como su once histórico que cada vez que se pusieron la camiseta blanquiazul dieron sentido a aquello de «le llamaremos Hércules, para infundir respeto a los rivales»...