«Ser delantero se ha convertido en un oficio difícil, pero siempre es mejor que trabajar». Esta frase la acuñó el italiano Schillaci, máximo goleador de Italia '90, pero bien la podría haber pronunciado alguno de los arietes que han pasado con más pena que gloria por el Hércules en las últimas décadas.

Desde que el club cayera en Segunda B en 2014, seis futbolistas han intentado sin éxito encabezar el ataque de un club que necesita como agua de mayo un referente que termine la liga con, al menos, 15 goles.

La buena segunda vuelta de Mainz en la 15/16 (en la que marcó 9 goles) hizo presagiar una gran temporada completa al curso siguiente, pero no fue así. El aragonés, incomprensiblemente, se diluyó durante la 16/17 y sólo convirtió cinco tantos, dos de ellos ante el Andorra de Tercera en Copa. En este periplo el único que ha alcanzado la decena fue Javier Portillo, ahora secretario técnico del club, en la 14/15. Desde entonces, un quiero y no puedo de Fernando Rodríguez (que venía de anotar 20 dianas en el Cartagena), del voluntarioso Mariano, de Berrocal y de Juan Delgado.

La tarea de marcar goles en el Hércules se ha convertido en un auténtico reto para especialistas. El próximo en intentarlo será Carlos Fernández, que será presentado mañana en el Rico Pérez. El jienense aterriza en Alicante tras anotar 12 goles con el Villanovense, club que cayó derrotado en la segunda eliminatoria del play-off de ascenso a Segunda División ante el Racing de Samuel y Santamaría, pese a ganar en la ida por dos a cero.

Lejos quedan ya los 40 goles que anotó Eduardo Rodríguez en Segunda B hace 25 temporadas, un hito que conforme pasan los años resulta más inalcanzable. Desde aquella machada de la 92/93, sólo Manolo Alfaro (17 en la 96/97), Rubén Navarro (15 en la 08/09) y Portillo (17 en la 12/13) alcanzaron los quince goles en una temporada, amén del propio Rodríguez en otra ocasión (15 en la 95/96).

El gol, una tarea compartida

El Hércules, sabedor de que el gol no es asunto exclusivamente de un solo hombre, sigue trabajando en la incorporación de otro delantero. Esta máxima se ha hecho todavía más patente en los dos últimos ascensos a Segunda, en los que resultó vital la presencia de más de un hombre-gol. En ambos casos, al menos dos delanteros alcanzaron la decena de tantos. En la 04/05 Jordi Martínez y Merino hicieron 12 y 11 goles, respectivamente; y en la 92/93 Paco López y Paco Luna terminaron el curso con 14 cada uno, más los 40 goles del pichichi Rodríguez.

La sequía goleadora de los arietes ha propiciado que los tantos de los jugadores de la segunda línea sean vitales para el Hércules, prueba de ello es que el máximo goleador de las dos últimas campañas haya sido Chechu Flores, lesiones musculares mediante.

La falta de gol es un mal endémico en el club, que ha visto cómo auténticos artilleros mojaban su pólvora una vez enfundada la elástica blanquiazul. La lista es infinita. Las causas, un misterio por resolver.

El año del descenso a Segunda B, Dioni llegaba al Rico Pérez tras 21 goles en el Leganés y se marchaba unos meses después con un solo gol en la mochila. No obstante, este año ha marcado 24 con el Fuenlabrada. Otro de los que recientemente pincharon en hueso fueron Aganzo, con dos goles en la 11/12 (uno de ellos al Elche) o Braulio, 5 en la 12/13.

En la otra cara de la moneda, el campeón del mundo David Trezeguet, que marcó 12 goles en Primera en la 10/11 o Urko Vera (ahora en el Cluj rumano), que anotó 13 en la 11/12.

Si se echa la vista un poco más atrás, en la anterior etapa del club en Segunda B aparecen fiascos sonados como el del catalán Fido, fichado para la 00/01 tras marcar 10 goles con el Hospitalet y que dejó Alicante con cero tantos y pocos visos de futbolista profesional. Javi Rodríguez se marchó al Pontevedra en 2002 tras 10 goles en año y medio en el Hércules y en Pasarón se destapó con 67 goles en tres temporadas.

Algo parecido les ocurrió al argentino Amato (dos goles como blanquiazul en la 96/97, 14 en la 97/98 el Mallorca y 16 con el Betis al año siguiente), a De Diego (un gol en el Hércules en la 93/94 y 18 un curso después en el Toledo), y al joven Diego Ribera, que llegó al Hércules con 17 años en 1994. El canterano valencianista anotó 4 goles como herculano y en los tres años posteriores hizo 62 entre Mestalla, Figueres y Espanyol.