Este Hércules ya no puede estirar más el chicle y oficiosamente ha cerrado una de las temporadas más sonrojantes que un servidor recuerda. Los datos son demoledores, para llorar. Aún quedan cuatro partidos por disputar y la primera plaza, objetivo prioritario, esta a 22 puntos. No hay más preguntas señoría. Anoche me apuntaba mi amiga y compañera Carolina Pascual que no puede haber epílogo mas triste y adecuado para este Hércules que el doblete de Carlitos, un canterano ofrecido en varias ocasiones y al que no se le abrió la puerta de regreso. Es una muestra más de que en este club y en este equipo urge una limpieza a fondo. Que los delanteros Mainz, Berrocal y Delgado sumen cinco goles es una broma de pésimo gusto. Algo parecido sucede con la enfermería. Los tres jugadores más desequilibrantes (Nieto, Chechu y Javi Flores) han pasado más tiempo en la camilla que en el césped y el DNI ya no perdona. El centro del campo ha hecho aguas sin un líder, más allá de la honradez de buenos tipos como Espinosa o Miñano. Por increíble que parezca, la zaga quedó debilitada con la llegada de Lolo en enero y, por fallar, falló hasta el canterano Iván Buigues cuando tenía la alfombra roja para reivindicarse como el portero de todo un Hércules a sus 20 años. Capítulo aparte merece Tevenet y su gestión de la plantilla. Poco se puede salvar de este vestuario que ha igualado ya el récord histórico negativo de 14 derrotas en Segunda B. La friolera de cuatro meses tiene ahora Portillo, gran responsable de la parcela deportiva según anunció Ramírez, para hacer una plantilla acorde al reto del ascenso. Y no habría mejor manera de comenzar que fichando un entrenador y un delantero que ilusionen. Qué menos.