No ha esperado mucho para reunirse con Agustín Montal, el presidente que cambió la cara al FC Barcelona apostando por el fichaje de Johan Cruyff. De madrugada, sin hacer ruido, fiel a su costumbre, Manolo Maldonado, el directivo con quien más se apoyó José Rico Pérez para construir el mejor Hércules de la historia, fallecía en su domicilio de Alicante a la edad de 85 años. Precisamente fue con Montal, fallecido unas horas antes en la Ciudad Condal, con quien Maldonado negoció traspasos sonados y cerró una de las operaciones más productivas y rentables de la historia del Hércules: Vendió al canterano Albaladejo y agregó en el contrato la participación gratuita del club azulgrana, con todas sus figuras, en el partido inaugural del estadio Rico Pérez (4 de agosto de 1974). Para redondear el negocio, que dejó más de 30 millones de pesetas en las arcas herculanas, incluyó en el paquete el fichaje de Tigre Barrios, el delantero blaugrana que se quedó sin el '9' con la llegada de Cruyff y que durante los tres años posteriores se erigió en el máximo goleador del club alicantino en Primera División. Jugada redonda. Quédense como muestra con este botón, que no fue el único puesto que Maldonado acabó confeccionando un traje a la medida de un Hércules glorioso.

Manuel Maldonado Reig, nacido en Lorca, estudió Derecho y ejerció su carrera profesional en Alicante al frente de una gestoría. Amante del fútbol y asiduo a los partidos del Hércules en el campo de La Viña, quedó incluido en la candidatura de Miguel Vidal Masanet a finales de los años sesenta para acceder a la presidencia que había dejado vacante Tomás Tarruella tras el regreso a Segunda División. Masanet, no obstante, decidió apartarse de la carrera presidencial tras entrar en pugna con Rico Pérez, y propuso a este último que incluyera al lorquino en su equipo directivo. Aquella decisión marcaría el inicio de una etapa hasta el momento insuperable en el club alicantino.

Etiquetado en la junta con el cargo de relaciones públicas, Maldonado diseñó desde el principio un plan para atar hasta el más mínimo detalle. Estrechó lazos con los jugadores de la plantilla, federación y árbitros, hasta erigirse en el hombre que solucionaba problemas y en el interlocutor de Rico Pérez, con quien sembró una profunda amistad.

Tras unos años de titubeo y dudas por la categoría de plata, la directiva herculana aceptó de lleno el reto del retorno a Primera División en 1973 depositando la confianza en Arsenio Iglesias. Como responsable técnico, el entrenador gallego encontró en Maldonado al colaborador ideal para ir abriendo puertas hasta completar un bloque que consiguió el ascenso meses después. De esa campaña (73-74) solo unos pocos llegaron a conocer que un punto sumado por el Hércules en Tenerife (1-1) tuvo su origen en la habilidad del lorquino. La historia se remontaba meses antes, en otro encuentro que los alicantinos debían afrontar ante el Sevilla. De camino a la ciudad andaluza, Maldonado se detuvo en un bar de carretera a almorzar. Allí coincidió con el colegiado designado para el encuentro, al que sorprendió comiendo con dos directivos sevillistas. El lorquino saludó a los presentes y guardó silencio. Horas después, el Hércules perdía el encuentro en el Sánchez Pizjuán (4-2), sin que el colegiado influyera en el resultado. Aún así, el trencilla agradeció el gesto y la prudencia del directivo herculano por no airear la escena del bar. Meses después, ese mismo árbitro dirigió el partido de Tenerife, que el Hércules empató en la recta final con un gol de Nagy. Aquel tanto no debió subir al marcador puesto que el húngaro disparó descalzo al haber perdido la bota en la acción anterior. El árbitro, sin embargo, dio validez a la diana. Semanas después, colegiado y directivo coincidieron en la Federación: "Es usted un señor", le espetó el trencilla, "por su comportamiento, aquel gol de Nagy no lo podía anular... y además, también, porque fue un golazo".

Con el ascenso conseguido, el Hércules vivió desde el 74 al 76 dos temporadas de ensueño en la máxima categoría, las dos últimas en las que Maldonado se mantuvo en la junta. Fiel colaborador de Arsenio Iglesias y de Benito Joanet en la parcela técnica, el directivo tuvo especial relevancia en varios fichajes sonados del club alicantino. Uno de ellos fue el de Gerónimo "Cacho" Saccardi, argentino de Ferro que acabó entrando en la agenda tras romperse las negociaciones con Osvaldo Ardiles, un talentoso jugador que prefirió la oferta del Tottenham Hotspur y que años más tarde se proclamó campeón del mundo en el 78 con la Argentina de Menotti e intervino en la película "Evasión o victoria" junto a Stallone y Pelé.

Si el fichaje de Saccardi, cerrado en Buenos Aires -a donde Maldonado viajó acompañado de Joanet- levantó expectación en Alicante, el de Deusto, guardameta internacional, no le fue a la zaga. El lorquino viajó a Málaga para cerrar la contratación de Vilanova, un centrocampista bonaerense de gran calidad, pero se encontró con la negativa del presidente andaluz, asustado por la reacción de su afición tras haber traspasado a Guerini al Real Madrid. Ante ello, Maldonado, por su cuenta y riesgo, ató a Deusto, que debía competir en el Hércules con Santoro, guardameta internacional argentino que cumplía su segundo año en Alicante.

Meses después, en los prolegómenos de un Hércules-Barcelona disputado en el Rico Pérez en marzo del 76, Johan Cruyff se dirigió en el césped a Maldonado (momento que recoge la foto que ilustra este texto) para pedirle un favor:

-"Para qué queréis dos grandes porteros, vendednos a Deusto", imploró el holandés.

-"De eso nada. Los necesitamos a los dos", sentenció Maldonado.