Temporada nueva, capellán nuevo. Los jugadores y técnicos del Hércules recibieron ayer en el Rico Pérez la visita, antes del entrenamiento, del sacerdote Joaquín López (43 años), párroco de la iglesia El Salvador de Alicante, que ha sido designado por el Obispado como nuevo capellán blanquiazul. Sustituye en el cargo a Isidro Hernández, que tuvo un paso efímero por el Hércules ya que a los pocos meses de ser presentado en el vestuario decidió colgar los hábitos.

Joaquín López mantuvo ayer una breve charla con los futbolistas en la sala de prensa del Rico Pérez y al acto asistieron también Dani Barroso y Javier Portillo, miembros de la comisión deportiva. «Me he ofrecido a los futbolistas por si en algún momento necesitan charlar, nada más. Respeto las creencias de cada uno y sólo quería que supieran que estoy ahí para lo que necesiten», afirma Joaquín López, un apasionado del deporte. «Nado y corro con frecuencia, me gusta mucho. No soy muy futbolero, pero ahora me tengo que poner las pilas. Si los horarios me lo permiten sí tengo intención de ir a los partidos», afirma el nuevo capellán, que al margen de ejercer de párroco en la iglesia El Salvador también es canciller en el Obispado.

«Oficialmente mi obligación es acudir a la peregrinación de todos los años a la Santa Faz, es algo que me hace mucha ilusión como alicantino que soy. Ya fui al partido ante el Barcelona B porque el Obispado me comunicó en julio mi nueva función», explica Joaquín López.

«El cuerpo técnico y los jugadores ya saben que pueden contar conmigo para lo que quieran. Ya le he comentado al club que me gustaría llevar a cabo también iniciativas sociales en colaboración con algunas parroquias, sobre todos con los niños. Ojalá podamos hacer muchas cosas porque el Hércules es muy importante en esta ciudad», señala su nuevo capellán.

Por su parte, Barroso, Portillo y Tevenet le agradecieron su visita y le abrieron las puertas del club: «Yo rezaré porque Alicante pueda celebrar por fin el ascenso esta temporada, sería un estreno inmejorable», concluye el sacerdote.