A Rafael Ramos, Rafita, (Palma de Mallorca, 1982) le persigue el mal fario desde hace demasiados meses y ahora se ha visto abocado a entrenar en el Novelda, de Tercera División, para no perder la forma. El lateral está pagando un peaje muy alto por la aciaga campaña anterior, en la que sólo pudo jugar seis encuentros debido a diferentes lesiones. Algunas de ellas mal diagnosticadas por los servicios médicos.

El Hércules no se planteó su renovación el pasado verano y el jugador dejó pasar las semanas al no recibir ninguna protesta interesante. Se enroló en el equipo de la AFE para realizar lo más parecido a una pretemporada junto a viejos conocidos como el exherculano Braulio Nóbrega, que se comprometió hace dos días con el Caudal, de Segunda B. Curiosamente, ambos hicieron buenas migas en el vestuario del conjunto de jugadores en paro.

Rafita y su familia han decidido establecerse en Alicante y ése es el motivo por el que se ha incorporado al Novelda, dirigido este año por Gaspar Campillo, extécnico del Hércules B. El lateral está dispuesto incluso a jugar en el equipo de La Magdalena hasta enero, cuando el mercado se vuelve a abrir y puede surgir nuevas oportunidades. En el Novelda comparte vestuario con el canterano blanquiazul Pepe Sellés.

«Yo estoy encantado de tener a un jugador de su nivel y si finalmente nos puede ayudar en la Liga hasta enero, pues perfecto. Se ha integrado perfectamente en el grupo y es uno más», explicaba ayer Campillo.

El Hércules descartó la continuidad de Rafita debido a su temporada en blanco, pero tanto Dani Barroso como Javier Portillo (miembros de la comisión deportiva) reconocen que, si las lesiones le respetan, es el mejor lateral derecho de Segunda B. El jugador estaba dispuesto, incluso, a rebajarse mucho el sueldo para seguir, pero finalmente el Hércules le cerró la puerta. Curiosamente, el equipo blanquiazul cojea ahora en esa posición ya que sólo tiene un lateral derecho en la plantilla, Albert Dalmau, que llegó este verano procedente del Córdoba.

La carrera de Rafita se torció definitivamente en verano de 2014 por motivos completamente ajenos al balear. En la campaña 13/14 disputó 26 partidos en Primera con el Almería, pero no pudo evitar su descenso. Poco después firmó un importante contrato con el Real Murcia, de Segunda, pero se topó con la desagradable sorpresa del descenso administrativo. Un par de días más tarde recibió la llamada de su amigo Dani Barroso (ambos habían coincidido en el Castellón) y tras una ardua negociación apostó por bajar a Segunda B para jugar con el Hércules. Tampoco cumplió el objetivo del ascenso en las dos últimas temporadas y ahora sólo busca un reto que le vuelva a ilusionar. Y no se le caen los anillos por intentarlo desde Tercera.