Usted como jugador, ¿se fue del Hércules o le echaron?
No; yo me marché porque pensé en ese momento que era el idóneo. Pero es algo que ya es pasado y no me gustaría mirar atrás ni para coger carrerilla y sí afrontar esta nueva oportunidad que me ofrece la vida para ayudar e intentar que el Hércules vuelva al lugar que le corresponde.
En su doble etapa como futbolista del Hércules, ¿se arrepiente de algo en concreto?
No; no suelo mirar hacia atrás. Lo hecho, hecho está y es pasado. Ahora afronto una nueva vida, unos nuevos retos e ilusiones renovadas.
A usted le ha perjudicado ser familia del empresario Enrique Ortiz. La grada le reprochó que jugaba por enchufe. Supongo que todo eso le dolería...
Sí; ha habido muchas cosas que me han dolido porque, en el fondo, soy un ser humano. La gente opina por el hecho de ser familia de... Y creo que se debería haber dejado al margen mezclar el deporte y un futbolista profesional con asuntos familiares. Nunca me he arrepentido, ni me arrepiento de ser familia de Enrique Ortiz; en absoluto, es una persona excepcional, es el abuelo de mis hijos y no lo juzgo por el Hércules, sino como la gran persona que es. Para mí es como un segundo padre y no tengo nada que reprocharle, todo lo contrario.
¿Qué le falta para reconciliarse con la afición del Hércules?
No lo sé. Trabajo cada día con toda la humildad y las ganas para ayudar al club a crecer y para que el Hércules sea aún más grande. Hemos estado aquí la dirección deportiva y el club casi sin coger vacaciones hasta que no hemos cerrado al cien por cien un buen equipo y creo que hemos confeccionado una muy buena plantilla.