Estaba todo preparado para una gran fiesta que al final se trasladó a Cádiz. Había nervios. Los típicos de las grandes ocasiones. Era el partido de la remontada que al final se quedó en una mera ilusión. Los prolegómenos fueron espectaculares. La gran novedad fue el himno de Alicante cantado a capela por los aficionados minutos antes de iniciarse el choque. Emoción a flor de piel y bufandas arriba extendidas. Incluso los seguidores del Cádiz que poblaban la grada del Mundial hacían lo propio con las suyas en unos instantes cargados de emotividad.

El «Som fills del Poble» sonaba con fuerza desde las gargantas de los más de 25.000 aficionados blanquiazules. El «Visca Alacant, Visca Alacant» puso el broche al himno cantado a capela por primera vez en el Rico Pérez. El ambiente hacía presagiar algo grande pero conforme pasaban los minutos las sonrisas iban disminuyendo en la grada.

Mucha cara conocida en la final por el ascenso. Era el día señalado y había ganas de celebrar algo grande. Finalmente la fuente de Luceros se quedó sin compañía. No así el palco del estadio, repleto de personalidades. No faltaron Gabriel Echávarri, alcalde de Alicante, ni César Sánchez, presidente de la Diputación. También Eva Montesinos, concejala de Deportes y Carlos Jiménez, edil de recursos humanos. Manuel Palomar, rector de la Universidad de Alicante, también asistió a la cita acompañado de su hijo. Carlos Parodi, presidente del Hércules, vivió con intensidad el choque y no pudo disimular su profunda decepción conforme se iba vislumbrando el cruel desenlace. Palop, exentrenador del Alcoyano, el alicantino Kiko Femenía, el exinternacional Curro Torres, Pepe Sellés... Era un día grande muy esperado por todos. Quique Hernández, exentrenador del Hércules, exjugadores blanquiazules como Benito Sánchez o Paquito Escudero sufrieron en la grada junto a más de 25.000 espectadores que abandonaron el Rico Pérez resignados a seguir una temporada en una categoría maldita. Lo que empezó como una fiesta se fue apagando por momentos en una noche de mucho viento que acabó llevándose la ilusión de una ciudad condenada a seguir en el pozo de la Segunda B.