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Un resbalón trunca el sueño del Hércules

El equipo blanquiazul se queda a las puertas del ascenso a Segunda por un fatal traspié de Álex Muñoz en el minuto 19 que permitió a Güiza dar la puntilla a la eliminatoria

Ni el más macabro de los guiones contemplaba que el Hércules se quedara sin ascenso a Segunda División por un resbalón mortal de su jugador franquicia, Álex Muñoz, ante 25.000 espectadores en el Rico Pérez. Pero el fútbol tiene a veces estos guiños malvados que le convierten en un deporte especialmente impredecible en el que los detalles marcan la diferencia.

Y ese traspié dinamitó la extraordinaria puesta en escena de un Hércules avasallador en el primer cuarto de hora de la gran final contra el Cádiz. Con profundidad por las bandas y rapidez en la circulación, los blanquiazules merodearon el área pequeña rival con una facilidad inusitada. Javi Flores, en el minuto cuatro, estrelló el balón en el larguero con un cabezazo tras pase de su mejor socio, Chechu. El Hércules, espoleado por el mejor ambiente que se recuerda en muchos años en las gradas del Rico Pérez, sometió a su oponente, que achicaba agua a duras penas. Pero el escenario cambió radicalmente con el resbalón letal del canterano Álex Muñoz. Se fue al suelo y su rápida reacción no evitó que el experimentado Dani Güiza aprovechara la concesión para colarse en el área y plantarse solo ante Chema. Definió con un disparo raso y potente que superó al oriolano y llevó el delirio a la Grada del Mundial, donde más de 2.000 seguidores amarillos vivieron una noche inolvidable.

El inesperado e injusto tanto del Cádiz obligaba al Hércules a marcar tres, pero quedaban 70 minutos por delante y la grada no perdió la fe. Tampoco los pupilos de Mir, que levantaron el ánimo del canterano y siguieron con el mismo guión del inicio del choque, aunque con menos ímpetu. Las ocasiones más claras antes del descanso fueron dos centros preciosos de Peña y Chechu al área pequeña que acabaron de idéntica manera: sin remate.

El 0-1 con el que acabó la primera parte obligaba a los blanquiazules a una machada sin precedentes esta temporada, no sólo porque el Hércules no ha destacado por su faceta goleadora, sino porque el Cádiz no había encajado en toda la promoción, y la concluyó sin hacerlo.

Vicente Mir asumió todos los riesgos posibles en el descanso al cambiar a Vivi, su único mediocentro defensivo, y dar entrada al delantero Gato. Miñano se quedó como único pivote nato, acompañado por Javi Flores, con libertad de movimientos. El Hércules jugó mucho más suelto en la medular, el balón llegó con rapidez a las bandas, pero seguía faltando el remate. En el 47', un «centrochut» de Peña se le atragantó al meta Cifuentes y la jugada concluyó con un pase de la muerte de Álvaro al área que de nuevo se perdió en la nada. Siete minutos después, Mainz remató de manera defectuosa un buen servicio del lateral alicantino.

El encuentro languidecía entre las continuas pérdidas de tiempo de los jugadores del Cádiz, que en ningún momento fueron castigadas por Teixeira Vitienes. Pero loque verdaderamente hizo perder la fe a los blanquiazules fue su ausencia de pólvora, uno de los principales males de la campaña. La grada también perdió la fe y sólo despertó en el minuto 63 cuando Miñano obligó, con un disparo desde la frontal, a Cifuentes a realizar una buena intervención. Acto seguido, Gato reclamó penalti por derribo del portero, pero el colegiado justamente le mostró la amarilla por simular.

A la desesperada, Mir ubicó a Atienza de nueve pero la misión era ya imposible y los zagueros del Cádiz tenían claro que acabarían los seis partidos de la promoción sin encajar un solo gol, ese sello tan propio de Álvaro Cervera. Las dos últimas ocasiones blanquiazules fueron un remate de Atienza de cabeza que se marchó rozando el palo y un zurdazo de Chechu Flores que golpeó en Aridane y se marchó alto por poco. No había manera de abrir la lata y ni siquiera hubo opción a la rabieta por la diferencia en el marcador. Hubo fiesta en el Rico Pérez, pero fiesta amarilla. Y los 25.000 herculanos lo encajaron de manera estoica, incluso despidieron a sus jugadores con una ovación por los buenos momentos vividos y por haber recuperado la ilusión de muchos incrédulos. Ahora toca levantarse de nuevo y apuntalar lo ya construido en esta temporada. que invitó a soñar.

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