Entre las urnas y el Rico Pérez transcurrió un día cargado de emociones con vencedores y vencidos. La resaca de las Hogueras dio lugar a una frenética jornada con mal sabor de boca para los aficionados del Hércules que se levantaron con la esperanza de acabar el día fuera del pozo de la Segunda División B. El destino les trajo otro panorama bien distinto a los aficionados del Cádiz. Más cansados tras recorrer 1.400 kilómetros dentro de un autobús pero con la inmensa alegría de regresar a la categoría de plata después de muchos años en el infierno.

La ciudad se llenó de color amarillo a mediodía. Más de 2.000 aficionados cadistas inundaron el centro de la ciudad y la playa de El Postiguet. Sin incidentes, muy bien controlados por la Policía en todo momento. Resaltaba el color amarillo, pero el blanquiazul no tardó en llenar las calles camino del coliseo herculano. Parada obligatoria, la llegada del autobús del Hércules. Eran las siete de la tarde y todo era ilusión ante la cita que debía ser el colofón perfecto a las Hogueras de San Juan. Impresionante y emotivo recibimiento al autobús de la plantilla ante la misma puerta del estadio.

Los aficionados del Cádiz hicieron lo propio, pero en la zona del Centro de Tecnificación. No comenzó del todo bien la jornada para los andaluces con un seguidor evacuado en ambulancia. Fue el único incidente de un partido declarado de alto riesgo y que finalmente acabó sin incidentes de relevancia entre ambas aficiones.

Con 27.000 espectadores blanquiazules en la grada el ambiente era de euforia. El 1-0 de la ida se preveía perfectamente remontable y todo auguraba una gran fiesta con final en Luceros, que acabó el día en solitario.

En volandas

El Hércules arrancó el encuentro lanzado al ataque y en volandas por los gritos de aliento en un Rico Pérez que presentaba una impresionante imagen. El balón al palo de Javi Flores a los cinco minutos aumentó más si cabe los decibelios del estadio. Parecía que el gol del conjunto blanquiazul iba a ser cuestión de minutos. Pero nada de nada. El tanto del Cádiz silenció el Rico Pérez y estalló de júbilo a los 2.000 espectadores cadistas.

Tras unos minutos de desconcierto tratando de asimilar el mazazo, llegó de nuevo el empuje de la afición del Hércules con el tradicional «Sí, se puede». Ánimos renovados y ahora sí, hacía falta un acto de heroicidad para anotar los tres goles necesarios. La grada creía en el milagro. En el césped los jugadores también, pero sin fruto alguno.

Llegó el descanso y los rostros denotaban preocupación. Los más optimistas creían en lo imposible, pero el paso de los minutos dio la razón a los pesimistas. La grada siguió animando, ni una mala palabra, una afición de diez trató de empujar lo que pudo, pero en vano.

La fiesta se fue convirtiendo en gaditana. Eso sí, deportividad máxima entre todos los seguidores. El pitido final convirtió en realidad lo que nadie quería. La confirmación oficial de que el Hércules seguirá en el pozo. Fiesta en la grada del Cádiz con el cántico «que bote el Carranza» y alegría sobre el césped de los jugadores de Álvaro Cervera. Desolación en los blanquiazules y resignación en los seguidores del Hércules que abandonaron el Rico Pérez con tristeza y absoluta deportividad. Luceros se quedó sin fiesta.