Entre la fiesta de Hogueras se coló el partido del Hércules. Los alicantinos sufrieron anoche junto al conjunto blanquiazul en su lucha por retornar a Segunda. El encuentro se pudo ver en televisión a través de informacióntv, por lo que muchos siguieron el duelo de Cádiz desde su hogar. Otros decidieron darse cita en la plaza de los Luceros, escenario en el que el Ayuntamiento colocó una pantalla gigante. Y los más valientes optaron por acompañar a los de Mir en la grada del estadio Ramón de Carranza.

Fueron más de 300 los herculanos que se acercaron hasta tierras gaditanas. Para muchos de ellos, los que completaron cuatro autobuses, la jornada comenzó muy pronto, ya que estaban citados a los 8.30 horas en el Rico Pérez. Entraron al Carranza media hora antes del pitido inicial entre abucheos de la afición local. Los gaditanos se dejaron la guasa para mejor ocasión y ofrecieron un hostil recibimiento a los seguidores del equipo alicantino.

Los únicos aplausos que recibieron tras la paliza de kilómetros llegaron por parte de los jugadores del Hércules, que también fueron obsequiados por la parroquia local con silbidos e insultos cuando iniciaron el calentamiento. Paco Peña, curtido en mil batallas, no dudó en provocar a los hinchas del Cádiz llevándose la mano a su oreja. El capitán blanquiazul quiso de este modo alterar a la grada local y jugar con el nerviosismo de los aficionados de un club que siente como el blanquiazul la obligación de regresar a Segunda División.

Durante el partido la afición pasó muchos nervios con los acercamientos del Cádiz a la meta de Chema, concentrados sobre todo en el tramo final del primer tiempo. Cada ocasión de los de Álvaro Cervera levantaba a un Carranza dispuesto a llevar en volandas a los suyos. El descanso ofreció una tregua y en el segundo tiempo llegaron los mejores momentos del Hércules a la contra, aunque los seguidores alicantinos no pudieron cantar ningún gol finalmente.

La pérdida de Yeray que desembocó en la ocasión de Despotovic devolvió el miedo y el tanto de falta de Carlos Calvo fue un duro golpe para los herculanos cuando los minutos se agotaban. El bajón por la decepción duró poco y la afición despidió al conjunto de Mir con aplausos que fueron devueltos de nuevo.

Antes de emprender el viaje de retorno con el que poner fin a una agotadora jornada, los seguidores blanquiazules se acercaron al autobús del primer equipo para levantar los ánimos de la plantilla con gritos de ánimo con los que iniciar la remontada, como el famoso «sí se puede». La primera piedra para dar la vuelta al marcador está puesta y con el paso de los días el ambiente crecerá hasta la final del domingo.