El 3 de agosto de 1974, Johan Cruyff acaparó los focos segundos después de que se cortara la cinta en el estadio Rico Pérez. El Hércules, con su presidente a la cabeza, inauguraba el nuevo estadio alicantino y para ese acontecimiento nada complacía más que ver al FC Barcelona, entonces liderado por el holandés que la temporada anterior había devuelto a los azulgranas al camino del éxito. Cruyff también destacó en ese encuentro inaugural al anotar el tercero de los cuatro goles que marcó su equipo sobre el césped recién estrenado. A la conclusión del choque, la estrella azulgrana conoció de cerca la noche alicantina, guiado por Perramón, legendario portero del Calpisa que, sin dormir, cerca de las ocho de la mañana, trasladó al holandés desde los lugares de moda en la Albufereta hasta el aeropuerto de El Altet para regresar a Barcelona.