El Hércules sufre, no divierte, pero camina. Y su hinchada se entretiene mientras hace las cuentas. El equipo alicantino anotó ayer un triunfo con doble valor ante el filial del Valencia, un bloque joven que llegaba embalado al Rico Pérez y que se vio obligado a apretar de lo lindo desde el inicio, al recibir un gol sin haberse atado las botas.

El solitario tanto de Chechu Flores da alas al grupo de Mir, que ve a la vuelta de la esquina al Reus, hoy segundo clasificado y antaño adversario al que había que seguir con prismáticos. Así que las cuentas salen, por mucho que el juego desplegado resulte indigesto por momentos.

A su manera, pese a cambiar formas y piezas sobre el tablero, el Hércules acabó dando un paso de gigante hacia la promoción de ascenso al vencer con apuros al Mestalla. Chechu Flores, ese futbolista que huele a gol y despliega finura cuando el calendario entra en su fase más ardiente, creó el pasillo perfecto a las primeras de cambio para abofetear a un enemigo descarado y bien pulido en esta segunda vuelta de la competición. Por ese pasillo entró una pelota perfecta diseñada por Álvaro, otro jugador que empieza a hervir por dentro, y que tiró de cartabón cuando el partido se desperezaba. La bola fue conducida por Chechu hasta plantarse ante Álex Sánchez, al que batió de toque preciso con el interior buscando el segundo palo. 1-0, minuto 3.

Vicente Mir apostó por el cambio en el mediocentro. Dejó en el banquillo a Espinosa -un titular indiscutible en la etapa de Herrero- y colocó por el nudo intermedio a Yeray y Miñano. El tempranero gol y la apuesta valencianista, abocada desde el inicio al riesgo, llevaron al Hércules a recular, castigado por una mayor presencia visitante en el centro del campo. Al mismo tiempo, el equipo blanquiazul se encontró con situaciones al contragolpe que pudieron definir a su favor el partido antes de llegar al descanso.

Al equipo no se le puede discutir su capacidad de sacrificio, la solidaridad de todo el grupo; pero su fútbol precisa algo más de sinfonía. No obstante, cierto es que el valor de los puntos que ayer se ponían en juego invitaba más a abrocharse el cinturón que a soltarse el pelo.

Tras permanecer durante mucho tiempo apretado en la guarida, el Hércules se estiró a la contra y debió rematar a su rival en dos acciones puntuales: En la primera, Chechu prolongó una brillante acción de Peña hasta ser víctima de un penalti claro que el árbitro apreció al revés, es decir, como piscinazo. En la segunda, Javi Flores acabó lamiéndose las heridas tras ser golpeado en el área una vez había ganado terreno por la corona para batir al portero valenciano. Esas dos jugadas, que debieron dar paso al penalti, y otra acción que acabó con gol Mainz invalidado por fuera de juego dudoso, marcaron una primera parte que pudo dejar encauzado el partido. No fue así y, por lo tanto, el Mestalla estuvo con vida hasta que concluyó el match.

Y esto último se tradujo en que tuvo que aparecer la mejor versión de Chema para evitar que el filial acabara bailando en el Rico Pérez.

En la segunda parte, el Hércules se achicó cerca de su guardameta y activó el campo de minas a la espera de algún contraataque. Por ahí se vio la cara generosa en el esfuerzo de todo el bloque, que tuvo que multiplicarse para frenar a Iban, Quim y Sito. Este último trajo de cabeza a Connor, el lateral inglés que ocupó desde el minuto 8 la banda derecha por lesión de Rafita. Por esa zona entró la más peligrosa llamarada valenciana, con un disparo de Sito que Chema salvó con el pie.

Del Hércules hubo un par de noticias: La primera llegó con un centro horizontal de Javi Flores por el área chica que fue cabeceado por Mainz junto al segundo palo, dando la impresión de que el delantero, el guardameta y la pelota, en bloque, iban entrar dentro de la portería. La segunda apareció en una acción a balón parado, con centro preciso de Chechu a la cabeza de Rojas, cuyo gesto no estuvo acompañado de acierto a la hora de conectar un remate libre de marca y a escasos dos metros de la línea de gol.

Para acabar de matar el partido, Mir dio entrada a Espinosa, que equilibró las cosas por el centro.

Así, el tempranero tanto de Chechu, su cuarto gol en la Liga, bajó la persiana al choque, que derivó hacia el sufrimiento. El Mestalla, que había entronizado en varias acciones a Chema, se difuminó en los metros finales. Se mantuvo en el partido por la propia falta de vuelo del Hércules, más ocupado por evitar apuros que por dar trabajo al hombre del marcador. Con todo, lo que interesaba era el triunfo. Y, además, Chechu anda fino. Y eso es una muy buena noticia.