Enérgico de principio a fin,variando hábitos para amoldarse al cuadrilátero, el Hércules completó un partido serio y trabajado con una única pega: la ausencia del gol.

Mereció más el cuadro alicantino en Badalona frente a un rival que presentó batalla, pero que rayó a menor altura, casi siempre un peldaño por debajo del equipo de Vicente Mir, más incisivo, más vertical, más ambicioso.

Faltó el gol, pero no las ocasiones puesto que el Hércules diseñó acciones, alguna de ellas de libreta, para perforar la portería de Morales, ayer aliado de un poste salvador que evitó la derrota local.

Sin miramientos atrás y con un fútbol rápido, el Hércules marcó una línea en Montigalá que el Badalona apenas pudo traspasar. Mir preparó el choque a sabiendas de que iba a encontrar un búnker edificado sobre pista dura. Ante ello reclamó reflejos, concentración y fútbol de movimientos rápidos, aditivos bien reflejados sobre ese peculiar rectángulo de juego provisional que acoge al Badalona mientras acaban las obras de su nuevo recinto.

Dispuesta de nuevo la línea de atrás de siempre -Rafita, Atienza, Álex y Peña-, el Hércules quedó dotado de esa consistencia defensiva sobre la que cimenta sus esperanzas de éxito. A partir de ahí, fue apareciendo una buena versión sobre ese bancal de desgastado material sintético, un lugar donde hincaron la rodilla Villarreal y Reus, los dos primeros clasificados.

Metido en faena, el Hércules fue tirando hacia atrás a su enemigo, que, no obstante, se defendió con uñas y dientes. Enchufado al partido, el primer aviso serio llegó con un balón que controló Peña tras colarse en la frontal. El precipitado disparo del lateral salió centrado, sin dificultades para el portero.

Sin embargo, la acción más clara del primer acto llegó con una jugada de pizarra. Dadas las dimensiones del rectángulo de juego, cualquier falta que se bote, aunque su punto de partida sea el centro del campo, invita a ser colgada al balcón del área. Así lo hace tradicionalmente el Badalona y así lo decidió hacer ayer Mir, cuyo ensayo a puerta cerrada esta semana probablemente tenga que ver con eso. En una acción a balón parado con punto de partida en el círculo central, Miñano buscó el vértice del área para encontrar a Atienza, improvisado extremo derecha cuya envergadura sirvió para adelantarse a su marca y servir una bandeja al punto de penalti, donde Yeray engatilló un disparo que repelió el poste. La jugada mereció premio gordo, pero la madera prefirió bendecir al portero Morales.

En el Badalona se apreció resistencia y escasa verticalidad. Incapaz de llegar con fluidez a los dominios de Chema, los catalanes sufrieron buen grado de exigencia para mantener su puerta imbatida.

En la reanudación, Mir se vio obligado a dejar a Alex en el vestuario a causa de una lesión muscular. No se notó. Si el canterano rayó a gran altura durante los primeros 45 minutos, Rojas hizo lo propio en el segundo acto.

Lo que sí resaltó sobre el escenario fue la presencia de Álex Gallar, un futbolista que elevó el voltaje nada más sustituir a Gato a los diez minutos del segundo tiempo. Con Gallar en el campo, el juego ganó electricidad, nervio ofensivo. Fue un quebradero de cabeza para el Badalona, que temblaba cuando veía al herculano con el balón en los pies. A punto estuvo Gallar de desviar a las mallas un servicio de Nieto, como también estuvo muy cerca de saborear el gol con un disparo desde la frontal que desvió con apuros Morales.

Ocasión de oro tuvo también Mainz con un servicio lateral de Nieto que el aragonés buscó desmarcándose al primer palo. Sólo unos centímetros evitaron que rozara la pelota lo suficiente para anotar su primer gol como blanquiazul.

En los minutos finales, Mir envidó con la presencia del debutante Salinas, un joven albaterense que anotó un gol en fuera de juego y que tuvo en sus botas el gol del triunfo en el 91 al empujar un inesperado balón que escapó de las manos del portero local en la dirección equivocada.

El marcador no se movió, pero el Hércules mereció más, mejor suerte en un partido incómodo, en el que no escatimó trabajo. Solo faltó el acierto y un poco de fortuna para saborear tres puntos que debieron volar a Alicante.