Veinte minutos bastaron al Villarreal B para acabar con la última oportunidad del Hércules de bregar por el liderato. Esa posición tiene dueño, no admite negociación. Es precisamente para el rival que ayer tuvo el equipo alicantino, en cuyo banquillo debutó Vicente Mir sin éxito. Lastimado por las bajas, el Hércules no rehuyó la pelea en Villarreal, pero en esta etapa navega por detrás de los amarillos. El primer filial del imperio de Fernando Roig muestra perfil de bloque ganador. Compacto, bien dotado técnicamente, con futbolistas que ya han aterrizado en el primer equipo y que, más que correr, vuelan. Además, cuando huelen el área desequilibran. Ahora mismo podrían competir de tú a tú con los cinco primeros clasificados de la Liga Adelante. Para amargarles en su madriguera es imprescindible elevar al máximo el nivel y no cometer errores. Y el Hércules, con la ausencia de piezas claves en su engranaje, le despejó pronto la pista para el despegue.

En una acción a balón parado comenzó a sangrar el equipo alicantino a los 8 minutos. Un balón elevado por Leo Suárez, un futbolista que salió de Boca previo pago de dos millones de dólares, fue punteado hábilmente por Mauro en el área para alojarlo por debajo del cuerpo de Chema (1-0, m.8).

Los amarillos abrían pronto la lata y eso facilitó su labor posterior. El Villarreal B, bien plantado por Paco López, aplica un fútbol de laboratorio. Se repliega con criterio y se lanza a la caza a la menor ocasión.

El Hércules, pese a la envergadura del enemigo, no perdió la cara. Miró de frente y mostró detalles vertebrado por Miñano, que no podrá jugar ante el Lleida al ver la quinta cartulina amarilla.

Agradó Mainz en su debut. Es un delantero que se ofrece por los costados del área y que tuvo en sus botas varias ocasiones para incomodar al adversario. De hecho, a los 13 minutos reclamó un penalti que se saldó con cartulina amarilla para el nuevo ariete herculano por, según el colegiado, simular la caída. Dudosa jugada, cuanto menos.

A raiz del primer tanto, el Hércules levantó la cara, pero a los 22 minutos llegó una pérdida de balón que dejó casi sentenciado el envite. Yeray se despistó ante Cantalapiedra y el exjugador del filial del Barça mostró su calidad en los metros finales, culminando una acción no exenta de desgracia. 2-0.

Merced a un par de acciones puntuales el Hércules recibía en veinte minutos la estocada. Este Villarreal B agota y emborrona a cualquiera a poco que se le conceda unos cuantos metros.

La primera puesta en escena de Mir quedó retocada en el descanso. El entrenador del Hércules ordenó un doble cambio para ubicar arriba a Chechu -alineado nuevamente de lateral ante la baja de Rafita- y colocó en el frente a Mariano. Para ello prescindió de un mediocentro al etiquetar a Yeray como central en lugar de Rojas, y sacó del campo a Àlvaro para que el canterano Baldo ejerciera de lo que es: defensa diestro.

El equipo no desentonó con esos trazos. Sin embargo, fue el Villarreal quien sacó de nuevo el látigo para finiquitar la fiesta. Una asistencia perfecta a Fran Sol, un punta amamantado en la cantera del Madrid, sirvió el mejor gol de la mañana. Sol entró en el área con la solvencia de quien pasea por su finca y picó el cuero por encima de Chema (3-0, m.61). Nada que objetar.

La contundencia del resultado no arrodilló al Hércules. De hecho, un par de minutos después aminoraba distancias por mediación de Espinosa, justo tras una acción en la que Mainz encontró el cuerpo del portero en un disparo a bocajarro (3-1, m.63). Además, un minuto más tarde pudo llegar el 3-2 en otra acción de Mainz cuyo disparo salió centrado y fácil para Aitor.

Para los diez últimos minutos, Mir alineó a Javi Flores, que también mostró detalles interesantes dejando ver que va cogiendo el tono. Pero el marcador ya estaba decidido.

Esta derrota en la ciudad deportiva del club castellonense entra dentro de los cálculos. Perder ante un filial con los elementos que posee el Villarreal ni puede ni debe causar asombro a estas alturas. Es un club que lleva años trabajando bien todo lo que toca, así que allá donde compita contará con primeros espadas. El problema es que la derrota llega después de imperdonables y excesivos resbalones, que han acabado por sacar al Hércules de la zona de promoción de ascenso, un lugar que cada vez cotiza más caro.

No hay margen para más errores o indeseados despistes. Esos comodines ya se gastaron hace tiempo. Imposible el primer puesto, casi improbable el segundo, toca luchar por el tercero o asegurar el cuarto. No hay más.