Sin gol la alegría nunca es completa. Nadie pesca en el área, por mucho que se acerquen balones al anzuelo. Una vez más, el Hércules se tuvo que conformar con el empate en un encuentro igualado, con equilibrio en la medular y ocasiones repartidas, todas ellas exentas de acierto. Fue en la primera parte cuando más merodeó el peligro en ambas áreas, con acciones puntuales que no alcanzaron la diana por centímetros. Le pasó al Olot con un disparo al larguero tras dibujar curva. Y le ocurrió al Hércules con una cabalgada de Miñano cuyo intencionado latigazo encontró una mano inesperada donde no suele llegar el guante. Exceptuando esas dos oportunidades, poca cosa más en la zona de definición, que contó con poco divertimento.

El Hércules llegaba a Olot con un eje defensivo de circunstancias que disfrazó a Peña y Yeray de centrales. Curiosamente esa pareja fue la que mejores sensaciones ofreció durante el choque. Bien dispuestos, agresivos y anticipándose siempre, el dúo mantuvo a raya al Olot, que solo se escapó en una jugada que pudo acabar en penalti a los 9 minutos.

Herrero sorprendió otorgando a Indiano el espacio y tiempo que siempre le negó. El pivote empezó con fuerza, pero se fue diluyendo al no acabar de encontrar el sitio para que el juego alicantino girara a su alrededor. Difuminado, acabó sin gloria entonando su más que segura salida en el mercado de invierno. Tampoco anda fino Espinosa, perdido desde que salió de la ciudad deportiva del Espanyol. Por esa zona, únicamente Miñano aportó cosas positivas al juego del Hércules, que encuentra en el ataque su verdadero talón de Aquiles.

A la espera de aire fresco, en Olot el Hércules mantuvo sus intenciones de dominio, aunque no mostró armamento. Cierto es que apenas sintió vértigo, que el rival no fue capaz de acorralarle, pero también es verdad que no anduvo fino para subir con decisión un escalón y noquear al adversario. Se percibe en ocasiones un cierto aire que conduce a darse por satisfechos con el simple hecho de apropiarse de la pelota. Y es necesario hacer algo más. Ayer fue uno de esos casos. Durante mucho tiempo, el bloque de Herrero tuvo el balón y el espacio. El Olot, encantado, le concedió la iniciativa y el Hércules, aliviado, no acertó a adentrarse más allá.

El final de la primera parte trajo consigo malas noticias: Nieto tuvo que quedarse en la caseta al notar un pinchazo en los isquiotibiales. Herrero cubrió la inesperada baja con Gallar. El juego no ganó en alegría. Más bien quedó cosido al conformismo. El técnico innovó un poco más colando a Adri Cuevas por Mariano. El delantero de Benidorm se desgastó en la primera parte, pero tampoco encontró pasillo hacia la gloria.

El Olot aportó mayor energía en la recta final de choque. Dio un par de brazadas para superar la orilla que marcaba Chema, pero tampoco le alcanzó.

Mientras, el Hércules lo intentó, sobre todo, por la banda izquierda. Llegó a tener una gran ocasión en un contragolpe que dejó a tres atacantes frente a dos defensores locales, pero la asistencia de Miñano a Gallar se topó con un mal control del catalán cuando quedaba en buena posición para encarar y definir.

El mismo Gallar gozó de la última gran ocasión del partido al encontrar otro balón por la banda. Su incursión en el área volvió a chocar con la falta de tino en el disparo.

Nublado ante la suerte suprema, el Hércules aguarda el mercado invernal para presentar sus caras nuevas. Javi Flores ya está hecho, Alvarito puede caer hoy... pero falta lo que falta: el ariete que debe solucionar el gran problema.