El Hércules lució en un partido sin freno, eléctrico, disputado con el puñal en la boca frente a un Espanyol B que le exigió de lo lindo. Fue un combate tremendo entre dos equipos equipos que combinaron brega y lucidez para dibujar un choque atractivo, más propio de una categoría superior.

El conjunto alicantino despachó por fin el fantasma del empate completando un encuentro brillante en el que de nuevo pudo firmar un resultado más amplio si la madera se hubiera vestido de aliada en lugar de enemiga. Dos remates a los palos de Miñano y Cuevas debieron certificar una victoria más holgada frente a un correoso oponente, diseñado para deambular por la parte alta de esta Segunda B.

Herrero retocó el once retrasando de nuevo a Chechu al lateral derecho para dar entrada a Gato como extremo y a Portillo como delantero centro. El madrileño, sin embargo, sigue reñido con el gol. Esa demarcación es la que acarrea más problemas a un grupo que necesita de una efectividad que Portillo no aporta. Tuvo sus ocasiones, pero el gol no aparece por ninguna parte.

El centro del campo, sin embargo, sí funcionó. Miñano ofrece criterio mientras que Yeray y Espinosa exhibieron el músculo que el filial exigía. Por detrás, la baja de Alex fue cubierta con nota por Rojas, que con los cinco sentidos sobre el césped es un central con galones.

Con el martilleo constante de un bloque que trabajó compacto y con la pericia de Chema en acciones puntuales (una parada a mano cambiada resultó providencial), el Hércules salió fortalecido por una victoria que no fue un trámite. El Espanyol B no se resignó nunca a su suerte, pese a recibir un martillazo cuando el primer tiempo expiraba. Una acción bien trenzada entre Espinosa y Nieto acabó con una falta a este último que el colegiado castigó con penalti. El lanzamiento de Gato, un maestro de esta suerte, con pulso para aguantar la caída del portero, significó el 0-1 en el minuto 43.

El filial catalán se descaró al inicio del segundo periodo. Con la vista al frente y la idea de dañar, hizo retroceder al Hércules durante diez minutos. Fueron los momentos de más agobio en torno a la portería de Chema, resueltos con trabajo para tejer un muro frente al guardameta. El Hércules aceptó el reto defensivo y encontró en Espinosa un peón de brega que cubrió mucho campo. Pasados los apuros, el equipo alicantino desplegó de nuevo velas. Con Peña abriendo una vía constante por la izquierda, el bloque de Herrero devolvió al Espanyol B a su cuarto.

Más aire entró cuando Herrero decidió sacar a Portillo para que Connor se hiciera cargo del lateral diestro, devolviendo a Chechu al extremo, y colgando a Gato como '9'. El filial quedó arrinconado y la orilla izquierda intensificó su poder.

Sosegado el balón, Miñano apareció con clase para conectar un disparo que desvió el palo. El nuevo aviso herculano produjo mutación en el Espanyol, que hasta entonces nunca fue tacaño. A partir de ahí, no obstante, se acobardó. De hecho, el Hércules buscó el segundo gol con más afán que el filial catalán empatar la contienda. Un paisaje poco habitual en este tipo de escenario, que acostumbra a que los equipos se enclaustren cuando llevan un gol de ventaja.

Así se deleita. Ordenado el medio campo con Espinosa y Yeray, inmensos ambos, el Hércules encontró el viento ideal. El esfuerzo castigó a Yeray, que tuvo que salir cojeando, pero el Hércules a esas alturas ya estaba lanzado y firme en su propósito. Mariano salió para molestar hasta a los acomodadores sin parar de correr y Cuevas le imitó. Tanto uno como otro dispusieron de dos nuevas ocasiones para certificar el triunfo antes del final. El primer disparó desviado una buena cesión de Peña; el segundo envió de nuevo el balón al palo con el portero clavado.

Este Hércules venció y convenció a base de buen fútbol y mucho trabajo. El resultado es excelente, y la imagen ofrecida también.