Al Hércules se le escapan los puntos entre los dedos. Un breve despiste aderezado con una pizca de mala fortuna en una acción a balón parado evitó anotar el triunfo en Cornellà, donde también faltó un poco de chispa para salir de la maltratada moqueta catalana con una amplia sonrisa.

Algo le falta a este Hércules para poner la directa decididamente en esa batalla que tiene consigo mismo para encaramarse decididamente en los puestos de cabeza. Con empates no se alcanza la cima. Así que no le queda otra que prolongar los momentos en los que edulcora su fútbol para marcar más ventaja sobre el enemigo, único modo de no sangrar si aparece una concesión imprevista.

Esos instantes de buen gusto aliviaron en parte un partido feo sobre el maltratado terreno de juego catalán, un rectángulo que acoge al día tantos partidos como horas tiene el día. Sin ir más lejos, mientras el Hércules anduvo por esa instalación se disputaron tres encuentros, el de Segunda B más otros dos de categorías inferiores (cadetes y juveniles, antes y después), lo que da una idea del machaque de un césped artificial similar a un alfombra de cuarta mano.

Herrero vistió un bloque acorde con la ocasión. Renunciado de inicio al toque de buen gusto, el técnico dejó en el banco a Miñano y apostó decididamente por los dos pivotes defensivos (Yeray y Espinosa) para colocar cemento en el centro del campo y, en todo caso, buscar a Nieto y Chechu como lanzaderas que arrojaran pelotas a la zona del '9', destinada ayer para Mariano. En ese escenario y con tales planes, el partido queda destinado a sobrevivir en el enredo. Entre uno y otro, fue el Hércules el que, de vez en cuando, puso alguna gota de calidad, casi siempre nacida de los pies de Chechu, para recordar que aquello era fútbol. Con la armadura enfundada desde el calentamiento, pero sin un creador que marcara tiempo y pauta al prescindir de Miñano, el Hércules quedó mutilado en ataque. Tuvo que acercarse Chechu al centro para dibujar la única y mejor acción de toda la primera parte colgando de manera magistral un balón al área que Nieto no acertó a colorear pese a tenerlo todo a su favor. El extremo, tras arrancar en perfecta posición, se cuadró en un mano a mano de cine ante el portero rival, pero no supo definir ante él. Fue la mejor ocasión del partido.

La primera parte no dio mucho más de sí. Si acaso otra acción elaborada que murió mansamente en el pase decisivo al quedar corta la asistencia de Chechu frente al portero.

Por detrás no hubo problemas. Los dos lustrosos centrales herculanos -Álex y Atienza- sostuvieron con eficacia las aceleraciones locales, tan esporádicas como confusas. Pese a su mayor empeño, en muchos aspectos del juego el Hércules estuvo tan nublado como su rival.

El decorado embelleció con una acción parida tras un bello gesto técnico de Chechu, martirio de su marcador por la banda. El andaluz inició un contragolpe que acabó con el balón en la otra orilla. Allí, Nieto armó un buen centro que fue rematado por Mariano a la red. 0-1, m.50.

El partido afrontaba la cuesta abajo donde el Hércules pretendía. Por delante en el marcador y controlando el choque a la perfección, sólo un accidente podía despertar al Cornellà, impotente para acercarse a la sombra de Chema. Pero el atasco llegó en una acción a balón parado, un córner que contó con la mala fortuna de tocar ligeramente en la cabeza de Chechu (el mejor jugador del partido) y que involuntariamente prolongó el cuero al segundo palo donde apareció Borja casi sin querer para empujar a la red. 1-1, m. 69.

Herrrero reaccionó colando a Cuevas, Gato y Miñano para desequilibrar de nuevo la contienda. Y lo pudo conseguir. El trueque aportó algo más de brillantina al encuentro y se crearon varias ocasiones para provocar el abrazo feliz. La más clara con una internada de Yeray, tapado en el último metro tras entrar con decisión en el área, en el momento de dar el pase de la muerte para que Cuevas o Chechu anotaran a placer. También Cuevas la tuvo por partida doble con dos disparos que pudieron entrar. Pero la pelota no entró y acabó dejando esa sensación de perder dos puntos en lugar de ganar uno.