Pocas victorias pueden resultar más sedantes que la obtenida por el Hércules ante el Huracán. Aparcados los ataques de entrenador, Manolo Herrero devolvió las cosas a su sitio colocando a Chechu en el extremo. Arropando la batuta de Miñano con Yeray y Espinosa para armar un 4-3-3 más que fiable, el Hércules funcionó como una orquesta con estilo. Suyo fue el balón, suyo fue el fútbol, suyas las ocasiones... todo adornado con música agradable y convincente frente a un rival con buenos solistas, pero mudo ante el equilibrio armonioso de su enemigo.

El equipo alicantino no sólo logró el objetivo primordial, ganar, sino que lo hizo con un trazo seductor, con buen trato de la pelota a partir del toque de distinción ofrecido por un fútbol elaborado. Por ahí brilló Miñano, un trovador que se encontró cómodo con las espaldas cubiertas. Físicamente portentoso, el alicantino dio un paso de gigante como organizador, bailando permanentemente por una zona ancha en la que se sintió como en el salón de su casa. Para rubricar su excelente actuación, Miñano fabricó un gol antológico, de diseño, dibujando una curva que se coló en la portería rival mientras plasmaba una estampa de postal. Una diana para esculpir en piedra.

Clarividente, profundo, guardián de la pelota, Miñano sintió protección con el trabajo de Yeray y Espinosa a su espalda. Y alivio con los puntas que corrían por delante. Chechu y Nieto por las bandas, y Gato, con la lanza por el centro, trasladaron todo el terror de Halloween al Huracán, solo capaz de seguir la pelota con la vista.

A ese potencial de medio campo hacia arriba se le une la seriedad defensiva, zona donde Connor se ha sumado con eficacia. El zurdo inglés, a pesar de quedar ubicado a pie cambiado en el lateral diestro, suple carencias con frescura e ímpetu.

Con todo, el baile tardó en llegar al final del salón. Hubo que ser paciente y esperar a que Nieto volviera a encontrar la alfombra del área. Una vez allí, el madrileño fue más listo que nadie para fusilar a Paco cuando las manecillas del reloj apuntaban al descanso tras una primera parte entretenida. (1-0, m.41).

El Huracán se redujo a un soplo. Únicamente Tariq, en el primer minuto de la segunda parte, inquietó a Chema al revolverse en el área con un disparo que fue a las manos del portero. Nada más. Minutos después, el delantero salía lesionado y el rival valenciano ya no se asomó por la zona de definición.

Por el contrario, el Hércules se transformó en un vendaval. A diestra y siniestra con Chechu y Nieto; por el centro con Miñano..., el grupo herculano se adueñó del balón y del campo atosigando a un oponente incapaz de sacudirse el miedo. Por ahí acabó llegando la obra maestra de Miñano, con un disparo que trazó comba y que provocó el delirio en las gradas (2-0, m, 61).

El partido quedó más que finiquitado. Jandro, otrora valorado arquitecto de este invento, deambuló perdido por el campo, no mostró nunca esa calidad que le ha acompañado siempre. Ni siquiera alcanzó a correr con criterio para sofocar la voracidad de Miñano, con fuelle y pulmón para jugar tres partidos seguidos.

El Hércules se desató por completo con el segundo tanto del alicantino. Gato también tuvo su ocasión con un gol anulado tras la lucha de Miñano en la batalla de la medular. Un fuera de juego algo justo evitó que el de Benidorm volviera a mojar ayer.

Con todo decidido, Herrero optó por dar minutos a Mariano. El delantero mostró más fuerza que habilidad. Ese empuje, no obstante, brindó más oportunidades, entre ellas una ocasión a Cuevas. Al cordobés se le hizo de noche al golpear el balón con la derecha.

Quien brilló como el que más cuando el choque languidecía fue Gallar. El catalán entró en el campo en el minuto 89. Pese a ello, tuvo tiempo para anotar dos goles. El primero, al resolver un barullo en el área que le dejó la pelota a sus pies tras dar en el palo (3-0, m.89); el segundo, enviando un misil con la zurda tras una buena asistencia al área (4-0, m.94).

No hubo tregua ni con todo decidido. El Hércules siempre tuvo hambre. No hubo adversario porque el cuadro alicantino lo empequeñeció, no le consintió nada y tuvo la decisión que otras veces le ha faltado. Jugó con aplomo, con la entereza que se le supone a un equipo de rango frente a un rival con problemas, pero de su mismo pelotón.

A base de empuje y convicción, el bloque de Herrero fue abriendo brecha para apartar al Huracán de su camino y sumar los tres puntos que le aseguran entrar de una vez por todas en la zona noble que da acceso a la promoción. El liderato queda a cinco puntos, peldaño que ocupa el Reus, aquel rival que sumó tres de una tacada cuando visitó Alicante merced a un error de Rojas en el último minuto. Ya no se ve la cima tan lejos. Pero, por encima de todo, vale el reencuentro con el fútbol pulcro y eficaz, capaz de demoler a un rival de talla como el Huracán con una extraordinaria suficiencia.