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El partido del diluvio universal

El Mestalla ganó en 1961 al Hércules con la «ayuda» de un extraordinario temporal que apareció en la segunda parte y «participó» en los goles

El apacible clima propiciado por un sol radiante que reinó en la primera parte no hacía presagiar, ni de lejos, lo que iba a suceder en la segunda. Era el primer partido de Liga de la temporada 1961-62, jornada inaugural en el grupo Sur de Segunda División fijada para el domingo 3 de septiembre de 1961, que había emparejado al Hércules y al Mestalla en el campo de La Viña.

Juan Albaladejo, guardameta catalán que debutaba ese día con el club alicantino, miró al cielo y advirtió al defensa central:

-«Ojo, Quetu, que vienen negros nubarrones».

El zaguero herculano no dio importancia.

-«Tranquilo, Juan, que en Alicante las nubes siempre acaban pasando de largo».

En esta ocasión, sin embargo, Quetu no estaba en lo cierto. El Mestalla llegó al descanso con victoria parcial 1-2. Los valencianos se adelantaron en el marcador con dianas de Cabello y Serrano, diferencia que fue acortada por Ramón Balasch en el último minuto del primer periodo. Justo en ese momento comenzaron a caer las primeras gotas, antesala del temporal que se desencadenaría minutos después, ya con ambas escuadras sobre el terreno de juego para afrontar la segunda parte, con lluvia, granizo y viento huracanado.

«Cayó el diluvio», recuerda el portero Albaladejo que mantiene fresca en la memoria la escena que vivió «como si fuera ayer».

«Fue impresionante. Lluvia, granizo y un vendaval que ayudó al Mestalla a meter varios goles». «Yo chutaba para enviar el balón lejos y regresaba a mi portería con fuerza. Alguno se coló impulsado por el propio viento», agrega el guardameta.

Aquella extraña segunda parte no tuvo muchos testigos. Del lleno total que registró La Viña se pasó a «un par de docenas de heroicos espectadores» en la grada del estadio, según relata el periodista Vidal Masanet en la crónica que da cuenta del partido en la Hoja del Lunes de Alicante:

«El resto se refugió donde pudo o bien optó el 'rompan filas' abandonando el recinto de La Florida».

«La Viña se convirtió en una piscina de descomunales proporciones, donde se jugó al waterpolo», reflejaría INFORMACIÓN en su edición del martes.

«No se podía jugar», rememora José Juan, el fino jugador canario que también se vistió de corto aquella tarde, «el balón era incontrolable. Si cogía altura, giraba bruscamente hacia atrás. Fue una cosa increíble».

«Los tres goles del Mestalla en esa segunda parte (el partido acabó 3-5) tuvieron la colaboración del temporal», asegura Albaladejo, «el balón entraba impulsado con la fuerza del huracán cuando iba a la portería. El Mestalla tenía un gran equipo, pero esa tarde encontró un aliado extra».

Algo frustrado quedó Ramón Balasch, delantero que aquella tarde anotó tres dianas y falló un penalti. «Más que el temporal a mí lo que se me quedó grabado es que metí tres goles, lancé un penalti que fallé y no ganamos».

El espectáculo del fútbol no fue el único dañado en Alicante. A esa hora, la plaza de toros, con el albero totalmente anegado, suspendía el popular «mano a mano» alicantino entre Pacorro y El Tino. Solo dio tiempo a lidiar tres toros con más suerte para el torero de San Blas, que cortó dos orejas.

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