Gato necesitó cuatro minutos para reivindicarse como '9'. Por ahí se salvó el Hércules, que respiró con dos goles del benidormense, pero sigue sin trasladar señales claras de poderío. Frente a un rival sin músculo, los alicantinos encontraron demasiados obstáculos para finiquitar una contienda poco exigente. Le cuesta carburar al Hércules por el centro del campo. La luz se encendió tímidamente cuando Herrero decidió sacar a Miñano de la izquierda y posarlo por el eje. Esa variación y la reaparición de Chechu Flores para tomar el sitio del desdibujado Cuevas dotaron de otro ritmo al bando blanquiazul, demasiado plano y poco vertical pese a tener el viento de cara desde bien pronto. Falta enhebrar fútbol desde la parcela de ingenieros, lugar donde Yeray y Espinosa se desenvuelven mejor con la guadaña que con el cartabón. Por esa lugar cojea el Hércules, negado a la hora de dibujar y marcar un guión para subir con solvencia el escalón hacia el balcón del área. Sin arquitectura, todo queda en función del aleteo por las bandas, sobre todo en la que arranca Nieto, un futbolista con nervio, que mira de frente, pero sujeto a intermitencias.

Fue precisamente Nieto quien dio sentido a las primeras de cambio a una acción de diseño (la única de la primera parte). Corría el minuto cuatro cuando el madrileño recogió un balón por la derecha para servir una bandeja precisa que recogió Gato para conectar un disparo certero (1-0, m.4). La película quedó abierta para el disfrute, pero nada más lejos de la realidad. El Hércules entró a partir de ese momento en un juego de mentira, incapaz de ver huecos entre el atolondrado entramado badalonés. Únicamente la rapidez de Gato, con habilidad endiablada para romper cinturas, animó a cuentagotas una historia que aburrió más que otra cosa.

El Badalona, áspero y desnortado, apenas inquietó a Chema y a la línea de cuatro, donde reapareció Atienza, pieza clave para dar tranquilidad el cuarto de atrás.

Gato fue siempre el jugador con más presencia ofensiva dado que de Cuevas apenas hubo noticia. Y el Badalona no dudó el usar la estaca contra el delantero de Benidorm.

Acostado en la banda izquierda, Miñano se mantuvo durante el primer tiempo enclaustrado en unos cuantos metros cuadrados, sin otro dictado que algún toque suelto alejado del verso. Sin gracia para tocar algún balón entre líneas o alguna diagonal inquietante, el Hércules se fue al vestuario sin amenazas del adversario, pero con muchísimas sombras y dudas en su fútbol. Al conjunto de Herrero le faltaban ideas y futbolistas.

La historia entró en otra dinámica con la salida de Chechu Flores por el desaparecido Cuevas, un jugador que no anda fino. El cordobés no se encuentra como punta ni aparece como enlace. Está a años luz del futbolista destacado que mostró buenas maneras en el inicio de competición de la temporada anterior, antes de quedar masacrado por las lesiones. Su salida del terreno de juego fue recibida con aplausos de la grada al dar la alternativa a Chechu, el ídolo de la promoción de junio, que reaparecía en Alicante. El catalán aportó luz, pero quien más claridad transmitió fue Miñano, por fin en el centro del ruedo tras abandonar el costado izquierdo. En esa zona el alicantino robó un balón, hizo un sombrero, se fue por piernas, levantó la cabeza y sirvió una asistencia precisa a Gato para que este último firmara el doblete (2-0, m.75). Se acabaron los temores. El Badalona claudicó por completo, aunque bien es cierto que nunca antes había mostrado armas.

A partir de ahí, pudo llegar algún gol más. La oportunidad más clara la tuvo Portillo (castigado con silbidos al entrar en el terreno de juego) con un remate de cabeza tras buen servicio que obligó el lucimiento de Morales.

La movilidad de Chechu en su debut y el olfato de Gato como 9 aportan más esperanza. La cruz está, sin embargo, en la falta de fútbol creativo. Por ahí no se ve mejora.