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Análisis

Pulso entre tinieblas

Echávarri lanza mensajes claros sobre sacar a Ortiz del Hércules y confusos sobre cómo hacerlo

Gabriel Echávarri

La declarada batalla del alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri, contra Enrique Ortiz abarca desde las parcelas de Rabasa con Ikea de por medio hasta el Rico Pérez, lugar donde el constructor sigue manejando el Hércules, otro de los símbolos de la ciudad que el hoy primer edil colocó convenientemente en campaña bajo el paraguas de las promesas electorales.

Una vez ocupado el sillón de la alcaldía, Echávarri ha ido lanzando mensajes claros sobre su decisión de sacar a Ortiz del Hércules y confusos acerca de cómo pretende hacerlo. Ese último procedimiento en clave gris se torna negro a la hora de aclarar con rotundidad si tiene preparado y atado un sustituto con riñón suficiente, capaz de mantener en pie a un club necesitado de cientos de miles de euros para seguir respirando. En ese punto, justo en ese punto es por donde el alcalde debería haber fijado la línea de salida si pretende que su discurso adopte seriedad en lugar de quedar barnizado de demagogia. De nada sirve descabalgar a Ortiz si no hay otro jinete con capacidad para domar ese caballo llamado Hércules, que trota peligrosamente sobre la cornisa del despeñadero.

Hasta hoy, Echávarri torea el requerimiento a sus promesas electorales emplazando al personal a los juzgados que deben confirmar la propiedad del accionariado o a una próxima reunión con el director general del IVF para acelerar el cambio de poder accionarial, pero no aborda el dato clave: ¿quién paga la fiesta que queda por delante si finalmente se sale con la suya?

Ortiz acumula años de despropósitos, creando un monstruo endeudado hasta las cejas que, además, navega en las pantanosas aguas de Segunda B, un lugar que sólo genera miseria. Sobre ese escenario no son muchos los que, utilizando el raciocinio, intuyen colas al lado del alcalde para sacar el club del charco a base de poner y poner dinero en un pozo en el que hoy por hoy no se atisba el fondo.

Por otra orilla aparece Bruselas, con ese expediente sobre la ayuda estatal de 18 millones que finalmente recayó en las arcas del Instituto Valenciano de Finanzas. Por la Comisión Europea se ha deslizado que la resolución se dará a conocer en breve, del mismo modo que se da por seguro que se exigirá la devolución del dinero público. Lo que no está tan claro es quién va a pagar el pato. De hecho, hay quien apunta un vuelco no contemplado que, en principio, señala al Banco de Sabadell -en calidad de heredero de la CAM, entidad que prestó el dinero al Hércules con el aval del IVF en una operación más que discutible- como último responsable para devolver la millonaria cifra a la Generalitat si la Fundación Hércules, como es notorio, no hace frente a la exigencia que previsiblemente ordenará Bruselas. Ese hipotético escenario dejaría al IVF apartado de las acciones del Hércules y al Banco Sabadell con la necesidad de negociar con el club o poner los títulos en pública subasta.

Ante ello, no hace falta dar rienda suelta a la imaginación para concretar, si mantiene su empeño, quién tiene más cartera para llevarse el gato al agua en la supuesta puja.

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